Amar a una mujer

amar a una mujerNo es fácil para un hombre hacerlo, pero tampoco demasiado difícil. Creo que, en este caso, no es sobre ella (la culpa, la responsabilidad o el resultado), va más sobre nosotros. Amar no es algo que quieres, únicamente, es algo que eliges y haces.

Cómo amar a una mujer

Vamos a colocarlo en contexto:

Tomar responsabilidad – no protagonismo

Amar a una mujer no es solo amarla en el sentido literal de la palabra. Es comprender lo que le preocupa y hacer esas preocupaciones tuyas, no visiblemente, no, esa es la parte fácil. Cuando tomas responsabilidad por sus preocupaciones profesionales por ejemplo, y las haces visibles para que pueda ver que estás ahí apoyándola, eso es una forma de aparentar (o postureo). Cuando mueves las cuerdas para ayudar que su proyecto funcione, sin estar presente o tomar crédito por ello, cuando ensalzas sus virtudes y la haces destacar en público sin que ella lo sepa, o cuando trabajas por las noches en “mágicamente impulsar su sueño”, en estas y otras muchas más ocasiones, estás amándola.

Creatividad y sorpresa, más que cartera

Amarla no tiene nada que ver con el fondo de tu cartera. Algunos hombre (e incluso mujeres) podrían debatir lo contrario. Esto es como la creatividad o la innovación, si existe el fuego de la pasión, la chispa prenderá inevitablemente, no importa en qué cifras se mueva tu situación financiera. De hecho, al igual que como contaba sobre la innovación, el mejor encantamiento, sorpresa o creatividad, nacen en los momentos de desesperación y escasez. Aquí sería algo similar, si existe ese fuego, ocurrirá la sorpresa, ocurrirá el amor.

Encontrar la balanza

Amar a una mujer en la mayoría de ocasiones requiere un tipo de esfuerzo que no estamos acostumbrado ni usualmente dispuestos a hacer, por eso es tan perecedero, tan volátil, tan poco probable que se sostenga a largo plazo, creo. Claro, esto al principio es asumible, eres capaz de dejar de hacer lo que haces tan intencionada, apasionada y determinadamente y adaptarte a ello pero ¿qué pasa cuando la relación se consolida, la confianza se afianza y penetra y los vínculos suplican por más atención? Dímelo tú. Si me preguntas a mí, diría que la búsqueda de un equilibro comprometido y acordado por ambas partes es la clave. Las reglas del juego nunca acaban de estar claras, el filo entre cumplirlas y violarlas es demasiado difuso, por lo tanto, se necesita trabajo, claridad, honestidad y consciencia para saber donde empieza un esfuerzo / responsabilidad y donde termina un sacrificio / obligación. Sea lo que sea, si tienes que pensar más de una vez por qué deberías dejar de hacer lo que haces para amar a una mujer, es que o bien no es la mujer que deberías amar o bien, si merece la pena, trabaja en explicar por qué es necesario establecer una intersección entre las dos partes.

Vulnerabilidad

Amarla es ser humilde y asertivo cuando es momento de encajar errores y estupideces cometidas por parte de un hombre. Siguiente paso, reconocerlas y admitirlas, para entonces trabajar en ellas con expectación. Esta es quizá una de las partes donde más fatalmente fracasamos. Aquí es donde se enturbia la mitad de la historia. Nuestro ego y vanidad, usualmente, es tan poderoso que nos ciega, prohibiéndonos así avanzar hacia amar todavía mejor a una mujer. He visto tantas veces como desperdiciamos esta oportunidad que no admitir esto sería algo ridículo. Ni mejor, ni peor que una mujer, estar en la misma línea de vulnerabilidad (en todos los casos) es lo que se requiere aquí.

Excelencia

Amar a una mujer es seguir siendo la misma persona romántica, detallista, preocupada, cariñosa y atenta que eras mientras tratabas de que ella se enamorara de ti. Si piensas que está hecho, que ya lo has logrado, ya has perdido. Es parecido a la excelencia, no a ser el mejor, el más perfecto, más guapo y que menos falla, es empujar a la otra persona hacia la grandeza.

Amor, sexo, fuego

No podría dejarme que amar a una mujer es amarla completamente. Buscar la más mínima oportunidad para que tus labios acaricien leve pero intensamente todo los rincones de su cuerpo. Buscar su boca, besarla con intención y con ganas, con fuerza pero con cariño. Hacer el amor, no el de 5 minutos y ya, ese que dura más tiempo, con más calma, ternura y comprensión. Amarla es hartarla de placer, como a ella le gusta (deberías saberlo), no hay nada de malo, dale más de eso, sin parar, siempre que puedas.

Como decía en este post, aquí habría una contrapartida, pero lo que sucedería es que el post se llamaría “amar a un hombre” y sobre eso no tengo interés alguno en escribir, sin sentirlo en absoluto.

Photo credit: Katelyn.

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2 comentarios

  1. Desde el corazón de una mujer, me parece bonito, limpio y simple. ¿Por qué entonces es tan difícil amarnos?
    Isra, felicidades. Hoy me he enamorado virtualmente de tí y de tus palabras.
    Gracias

  2. Por qué el ego, la estupidez y el machismo es a veces más grande que nosotros mismos. Curiosamente hoy han dicho que este post era vergonzoso y machista. Cuestión de enfoques, supongo.

    Me alegro de que resuene Sonia.

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