Llamamos amigos a personas que no lo son, así como damos besos y abrazos a personas con las que no tenemos una relación estrecha. Es algo hipócrita y falso. Los no amigos son quizá conocidos, o desconocidos incluso, incluso sospechosos.
En cambio, los amigos lo merecen todo, porque te dan el beneficio de la duda. «Amigo» es algo definido como alguien con quien tomarías un té o una cerveza, o irías de juerga o a hacer deporte. Un amigo es alguien que ha interactuado contigo, o que conoce a tus padres, o sabe que tienes un blog, lo lee y te da feedback afilado sobre lo que escribes. Un amigo tiene una historia de amistad profunda. Si has hecho una promesa a alguien y las has cumplido, eres un amigo. Si has impactado positivamente a alguien, eres un amigo también. No tratamos igual a un amigo que a un no amigo (desconocido).
Más amigos no significan amigos
Sin embargo, gracias a Internet y las plataformas sociales, el storytelling y la economía conectada, tenemos más amigos que nunca antes en la historia de la humanidad. Nutrir a tus amigos – protegerlos y cuidar de ellos – es una obligación, eso es un gran activo de igual manera. Por favor, distingue amigos de amistades, las personas con las que tienes un vínculo digital, pero no una conexión real. Las amistades son desconocidos que comentan tus publicaciones o dan «like». No son tus amigos. Y cuando tratamos a un amigo como a un extraño (por correo electrónico por ejemplo) dejan de ser amigos.
Hay más desconocidos de los que necesitamos
El asunto es que nunca acabarás de encontrarte con desconocidos. En cambio, si podrías quedarte sin amigos. Agradar a los primeros es una de esas grandes estupideces que el ser humano comete casi cada día. Esos desconocidos vienen con su historia, sus problemas, sus sesgos.
Como no te conocen, no confían en ti, no apuestan por ti, no están inclinados a conceder el beneficio de la duda. Ni a invertir en entenderte.
Sí, algunos te aplaudirán o te comprarán, si esa es tu misión, buena suerte. Aunque creo que es un desperdicio de magia absoluto.
Hace años que centré mis energías en los amigos (familiares, colegas, socios, colaboradores, queridos/as). El resto no merece la pena.
Para muchas personas, algunas de las veces, la única respuesta posible es «no eres mi amigo, no es para ti, no trabajo para ti, no«. En cambio, para otros, la respuesta es «sí, vamos a ello, lo que sea necesario, hasta el final».
¿Quién se lleva cada respuesta?