Una de las fortalezas de los sistemas de pensamiento y vidas de hoy, es que la mayoría han sobrevivido al paso del tiempo. Generalmente hablando, si una idea, creencia o comportamiento ha estado entre nosotros a través de la historia, es justo asumir que, sea lo que sea, tienes una buena razón por la cual ahora mismo existe. No es siempre el caso, pero es una regla aceptable que muchos han soportado. Como tal, si quieres refutar una parte de un dogma existente, entonces necesitas confianza intelectual para hacerlo.
Necesitas creer que tu razón. Ya sea para rechazar o aceptar una parte de algo más, es bueno y honesto y que no va a llevarte al vertedero. De lo contrario, será demasiado costoso.
Construye confianza intelectual
Incluso alguien como Bruce Lee estaba seguro de que su confianza en sus habilidades físicas empezaban con la confianza intelectual que él mismo cultivó en su mente. En una carta que escribió cuando tenía 20 años, hablaba sobre una “fuerza espiritual y creativa” que llevaba dentro y que guiaba todo lo demás. En su casa se encontraron más de 1.000 libros justo después de morir.
Ganaremos si antes que nada somos pensadores y afilamos cada día muestra mentalidad. Ganaremos una confianza intelectual que será la catalizadora, que nos permitirá confiar en nuestra forma peculiar, extraña e independiente de pensar y actuar. No solo formularás preguntas, sino que innovarás creando nuevos caminos. Tal y como Bruce lo hizo creando un nuevo estilo de combate (Jet Kune Do).
Es fácil romantizar el pensamiento independiente, por una razón. Es la forma más efectiva de progresar. Aunque, todo sea dicho, es una contingencia que en realidad depende de que tú seas un pensador/a efectivo/a.
Para pensar por ti mismo/a y desarrollar tus cualidades más allá de la media, primero tienes que realizar el trabajo de confiar en tu propio proceso. El alto rendimiento exije ese tipo de confianza intelectual, la cual se extrapolará al físico, espíritu y a nuestras emociones. Consiguiendo así un mayor estado de plenitud y equilibro.
Atribución imagen: Matthias Weinberger.