Cuando empiezas algo y persigues un objetivo a largo plazo, el primer paso es estar animado, motivado y entusiasmado. Dices cosas como «genial«, «voy a hacerlo«, «la voy a partir«. Entonces das un paso, otro y otro, y de repente tu narrativa cambia «mierda, esto es demasiado complicado, no sabía que se dificultaría tanto«.
El optimismo y confianza que tenías al principio empieza a decaer.
Pierdes la meta porque pierdes el foco
Lo que ha sucedido aquí es que perdiste de vista el objetivo a largo plazo, entonces se fue desvaneciendo.
Se desvaneció en tu memoria, en tu corazón y en tu espíritu. Entonces la pasión se resecó, por eso detuviste toda esa corriente de tareas diarias que te estaban ayudando a conseguir tus objetivos.
Por lo tanto, empiezas a racionalizar: «quizá es cierto, no puedo hacerlo«, «quizá no quiero hacerlo«, «quizá esta meta no es para mí, demasiado alta«. El resultado es el abandono, permites que se escape, y te conformas con lo que tienes.
Te conformas con el statu quo, con el camino fácil. Conformidad pura; «bueno«.
No.
No hagas eso.
Porque perderás el control sobre tu vida.
¿No me crees? Bueno… Si no compruebas tu concentración a diario. Si no dejas de ir de un sitio a otro distraído, si estás continuamente esperando a que aparezca algo nuevo para fijarte en ello. O si continuas probando todo todo el tiempo. Si no dejas de decir «sí» a todo. Y si continúas haciendo caso a las quejas de cualquiera, si sigues haciendo lo que todo el mundo te dice que debes hacer. Perderás tu vida.
El objetivo a largo plazo debe estar en tu mente y en tu alma
Así que, sea lo que sea lo que quieras hacer, incrusta en tu mente esa meta a largo plazo, y grábala a fuego en tu alma.
Piensa día y noche sobre ese objetivo a largo plazo. Escribe sobre ello, habla sobre ello. Márcalo en tu calendario, o píntalo en la pared de tu casa. Sin embargo, y más importante, haz algo para acercarte cada día un poco más.
Quiero que ese objetivo a largo plazo esté tan incrustado en tu mente que nunca lo pierdas de vista. Nunca.
Y esas pequeñas tareas, proyectos, y objetivos a corto plazo con los que tienes que lidiar, todos ellos necesitan guiarte hacia una victoria estratégica. Ganando el juego a largo plazo.
Empieza a trabajar un plan para llegar allí, y minimiza todo lo demás. Necesitarías una misión bien clara primero.
«¿Entonces? ¿Todo lo demás que llegue a mí? ¿Qué hago con todo eso?» Fácil, decir «no».
Haz las cosas de forma intencional. Muévete en la dirección que debes ir.
No atajos, no ayudas, no manuales, solo requiere tiempo.
Enfócate en lo que sabes hacer. Sé lo mejor que puedas. Invierte tiempo. Paga el precio que debas pagar. Eventualmente, la magia empezará a suceder.
Haz algo que te mueva cada día hacia ese objetivo a largo plazo. Eso es lo único que puede mantenerla a flote. No importa lo pequeño o insignificante que pueda parecer el paso, dalo.
Hazlo, haz que suceda, porque ese gran objetivo no se va a alcanzar solo.
Está todo en ti.
Atribución imagen: Simon James.