El secreto para ganar es estar preparado para ganar. No tengo la menor duda, ya lo decía Henry Ford. ¿Cuál podría ser la mejor forma de estar preparado tan pronto como empieza el día? Respuesta: tomar una ducha de agua congelada tan pronto como despiertes.
Hace años odiaba la idea de ducharme con agua congelada. Pensaba que eso no tenía que ser nada bueno.
Era uno de esos aficionados a las duchas de agua caliente. Sin embargo, todavía recuerdo, cuando acabé la aventura Vive la Posibilidad en 2016, de camino a Burning Man, leí sobre los beneficios de tomar una ducha de agua congelada. Entonces me dije a mí mismo, «lo voy a probar», y así fue. Desde entonces no ha pasado ni un solo día sin sentir el frío recorrer mi cuerpo de buena mañana. Luego, conocí a Wim Hof, y más tarde lo entrevisté. Entonces me di cuenta de lo poderoso que es este superhábito para alcanzar el alto rendimiento.
Mi autodisciplina me ha ayudado a no abandonar.
Los beneficios de tomar una ducha de agua congelada son poderoso, creas energía, cuidas tu piel, y estimulas tu cerebro.
Seamos claros aquí, no es cómodo congelarte de buena mañana, pero merece la pena.
Cómo adoptar el superhábito de la ducha de agua congelada sin vacilar
¿Esperabas una respuesta? Iluso.
Es broma, sabía que tenía que empezar de esa manera mi mañana épica, así que me comprometí conmigo mismo.
2-4 minutos de agua congelada.
Cada mañana.
Irresistible, ya. Sin embargo, te despierta de una manera asombrosa y energética. Tu cerebro se activa de forma inigualable.
Mi truco: combinar ducha de agua congelada por la mañana, y ducha de agua caliente antes de irme a dormir. «Castigo» y «recompensa».
Es una mejora exponencial en mi obsesión por lograr el mayor rendimiento posible. Cuando tomo una ducha de agua caliente, mi cuerpo se relaja y estoy listo para dormir. Cuando tomo la de agua congelada, mi cuerpo está listo para la batalla.
El frío es tu amigo
Este fue uno de los aprendizajes que me llevé de entrevistar a Wim.
Es fácil en verano, el reto viene en invierno y otoño, cuando la sensación del agua congelada te quiebra. Te duele hasta la cabeza. Tiemblan hasta los músculos. Qué sensación.
Antes sentía más frío, ahora cada vez siento menos. Cuando te acostumbras, ya ni lo piensas. Todo lo contrario, te lanzas, te sientes genial. Te sientes vivo.
Los primeros segundos es como andar descalzo por el infierno. Aunque, al final, de tanto andar acabas adaptándote. Es más, llega un momento que echas hasta de menos pasear por el infierno. Lo mismo sucede con la ducha de agua congelada, ese chute de energía y claridad.
Es como lanzarte a un lago en verano, cada mañana, desde tu casa.
Lo que venga después, será pan comido.
Atribución imagen: Wylie Fisher.