Ama el proceso

Cuando le doy un vistazo a lo que significa ganar, tener éxito, triunfar, «partirla», lo único que veo es una serie de microtareas, microhábitos, habilidades núcleo y micromomentos, todos ellos muy silenciosos.

Muy pequeños, muy silenciosos.

Es como ese camino silencioso que tomas desde tu casa al gimnasio todas las mañanas a las 5am. O cuándo estás en la oficina a las 1am, haciendo que las cosas sucedan. O también cuando llevas a cabo el trabajo invisible que nadie ve, y lo haces un día tras otro durante años. Es también cuando vas aprendiendo lo que los titanes hacen, y poco a poco vas aplicando, a tu manera, prácticas y estrategias que ellos llevan a cabo.

Es el viaje lo que marca la diferencia

Sí, es esa meditación durante 45 minutos durante cuatro seguidos, cada día.

Esos momentos de quietud, las pausas conscientes, y trabajar lo que aparentemente no te hace moverte. Y hacerlo a diario.

Es tomar en cada momento posible, la decisión de comer alimentos que potencian tus neurotransmisores.

Es un proceso muy silencioso, casi invisible, pero existente donde llevas a cabo esos pasos tan minúsculos que apenas importan, Excepto que sí lo hacen, porque hay amor y magia en ese mundo tan diminuto.

No es ese «aha» dónde haces una cosa y algo gigante pasa.

«Es un prodigio», «es superdotado», «tuvo suerte»… Eso es lo que decimos cuando nos fijamos o nos inspiramos en los mejores líderes, en los más grandes deportistas, en los «top players», en los «mejores». Parece que los que están encima de ti son mejores, han tenido una gran educación, o mejores oportunidades. Y es cierto, cuanto más se han esforzado, mejor les ha ido todo.

Soy el proceso

¿Yo? Soy una persona ordinaria, pero estoy obsesionado con lo que soy y quién soy, radicalmente enfocado en mi arte (la autodisciplina y la actitud imparable), tengo un deseo por la excelencia, la experimentación y la iniciativa, que me quema por dentro. El producto: Marketing de Impacto; Ultraproductividad, mis libros, mi agencia, mis consultorías, mis programas de educación disruptiva, y el ARH, y todo ello constituye mi oxígeno. Es mi ADN.

No amo el resultado, no amo la gratificación, apreciación o popularidad (si es que llega), lo que amo es el proceso.

Todo el mundo quiere ser un ganador, pero nadie está dispuesto a dar lo que se necesita para serlo. Cualquiera quiere sostener un trofeo y decir «lo conseguí», pero casi nadie quiere pagar el precio que se requiere por lograrlo. Porque no aman el proceso. La sensación de trabajar por lo que quieres.

Un inconformista de verdad, un cazador auténtico, un verdadero ganador, lo que hace es ir a por todas, ir a muerte. Pero aquí viene la gran diferencia, su meta no es la recompensa, su meta es el proceso, su meta es el juego, la caza, la acción. Es la única razón para la cual viven.

Amamos el proceso más que el triunfo.

Por eso los participantes del Programa de Excelencia de Valencia se han transformado, porque se enamoraron del proceso, durante más de 50 horas en tres días. Enhorabuena a todos ellos.

El proceso, la autodisciplina y la actitud imparable

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