El romanticismo es una idea, el amor es un sentimiento.
Enamorarnos de una persona parece como algo personal, serio y espontáneo. Puedes sonar extraño dicho por nosotros. E incluso algo insultante – sugerir que algo más (sociedad o cultura) podría jugar un papel crítico gobernando nuestras relaciones en los momentos más íntimos.
Anunciar así, la historia de la humanidad nos muestra diferentes perspectivas que conducen al amor. Demasiadas suposiciones sobre cómo los hombres y las mujeres debemos comprometernos y muchas maneras de interpretar sentimientos. Quizá deberíamos aceptar con gracia que, la forma en la que afrontamos una relación debería, en práctica, deber bastante mucho al entorno que prevalece más allá de nuestros dormitorios. Nuestro amor se desdobla contra un sesgo cultural que crea un sentido poderoso de lo que es “normal” en el amor; esto nos guía a donde deberíamos dejar nuestro énfasis emocional. Nos enseña qué es lo que amar, cómo abordar conflictos, sobre qué excitarnos, cuando tolerar algo y cuando no, y aquello por lo cual podríamos estar legítimamente indignados. El amor tiene una historia y nosotros conducimos – a menudo de forma bastante inútil – por sus corrientes.
Desde 1750, hemos estado viviendo en una gran era distintiva, en la historia del amor, llamada romanticismo. El romanticismo emergió como una ideología en Europa en siglo XVIII, procedente de poetas, artistas y filósofos. Ahora ha conquistado a masas. Poderosamente determinando como la hija de un zapatero en Yokohama afronta su primera cita. O cómo una guionista de Hollywood dará forma al final de una película. O cuando una mujer de mediana edad en Buenos Aires podría decidir terminar su relación matrimonial después de 20 años.
Por qué el romanticismo lo estropeó todo
No hay una sola relación que siga la plantilla romántica de forma exacta, pero toda la extensión de su concepto está presente frecuentemente. Un pequeño repaso:
- El romanticismo es profundamente esperanzador sobre el matrimonio. Se piensa que el matrimonio a largo plazo puede poseer todo el entusiasmo de una aventura (o romance). Se espera que, durante toda una vida, prevalezcan los sentimientos de amor que surgen al comienzo de una relación.
- El romanticismo tomó el matrimonio y lo mezcló con una historia de amor apasionada para crear una única proposición: el amor apasionado de matrimonio durante toda una vida.
Durante el camino, el Romanticismo unió el amor y el sexo. Previamente, se había imaginado que podríamos mantener sexo con personas que no amábamos, y que podríamos amar a otras personas sin la necesidad de tener un sexo extraordinario con ellas. Algo totalmente contrario hoy en día. - El Romanticismo ha elevado el sexo a la expresión suprema del amor. Viviendo con el mantra de que el sexo satisfactorio es, en la mayoría de ocasiones, la cura para cualquier relación. Si la necesidad de decirlo, el Romanticismo ha convertido en catástrofes el sexo infrecuente y el adulterio.
Es común pensar que el Romanticismo propone que el amor verdadero debe significar el fin de toda soledad. La pareja adecuada, esa que podría entendernos, sin ni siquiera la necesidad de hablar. Intuye nuestra alma. - Sentimos que elegir un socio/a debería ser sobre permitir ser guiados por los sentimientos, por la química, más que las consideraciones prácticas. Durante la mayoría de la historia, hemos caído en relaciones y matrimonios por razones lógicas y pragmáticas. Este tipo de amor y matrimonios era defectuoso, solitario e irreal.
Correlación Romanticismo – amor – contexto actual
¿Por qué importa esta problemática? Porque impacta en cómo vendemos, en cómo promocionamos, en cómo publicitamos, hacemos marketing y cómo nos relacionamos los unos con los otros. Piénsalo, el 70% de los productos de consumo tienen un enfoque romance-amor-atracción. Espera, y por encima de todo eso, importa por el hecho de machacamos a nosotros mismos, y a la otra persona, eso cuando el Romanticismo no conecta con el amor y el idealismo se convierte en frustración.
Atribución imagen: Luca Florio.