Todo tiene un precio, todo:

Transformarte.

Mudarte de casa.

Tomar la decisión de emprender.

Cerrar la empresa.

Trabajar tu mente.

Invertir horas en crear un físico envidiable.

Dormir más, o menos,

Meditar durante horas.

Ser vulnerables – o invulnerable.

No comer carne – o comerla.

Hacer ayuno.

Vivir intenso.

El sedentarismo.

Ver muchas series.

Incluso vivir, que es lo que sí o sí nos va a tocar hacer cada día de nuestras vidas.

Sobre el precio a pagar y cómo actuar

La clave está en ser consciente de tres factores:

Primero, que vas a tener que “reembolsar” sea lo que sea lo que decidas o hagas, nunca saldrá gratis, el precio podrá parecerte más caro o barato, pero pagarás.

Segundo, que en la mayoría de ocasiones, a pesar de que insistas y te esfuerces, no sabrás el coste que vas a pagar hasta dentro de unos días, meses o años, lo cual es terrible porque te deja en medio de la incertidumbre. Asúmelo.

Tercero, a veces, por experiencia, perspicacia y por análisis y observación, puedes saber más o menos lo que podrías llegar a tener que pagar por lo que hagas. Cuando calcules el “precio” echa siempre por lo alto (mentalidad estoica) y luego, ve a por ello igualmente.

Te daré mi propio ejemplo, nunca he vivido más pleno, conectado, alineado, en resonancia y ensalzado de cuerpo, mente, emociones y espíritu que en este momento, y la tendencia va a más (echando la vista atrás y uniendo los puntos a través de un histórico – ya que lo monitorizo a diario). 

El rendimiento holístico minimiza el coste de oportunidad

Me explico, cuanto más uno se cuida holísticamente hablando, más pleno puedes vivir, es por eso que la clave está en encontrar el punto álgido de equilibrio en tu rendimiento holístico. Pero para empezar, la cuestión es la escala de prioridades, valores, sacrificios y premios que cada uno lleva consigo. 

Ese es el precio que yo pagaba por vivir como vivo, estar saltando entre recompensas y castigos, afortunadamente, el primer grupo, desde hace ya tiempo, siempre gana al primero y además, ya no distingo entre ambos, porque ahí encontré la clave, gracias a trabajar el Alto Rendimiento Holístico y equilibrar y optimizar las cuatro dimensiones del potencial humano.

Gracias a esa prtofundización holística me he dado cuenta de que todo está sucediendo, solo tengo que darme cuenta y verlo. Entonces, cuando un suceso llega (no una oportunidad ni una amenaza), si es «bueno” y “malo” no tengo una opinión, no quiero entender que significa “mal” o “bien”, “placer” o “dolor”. Principalmente, mientras que lo que hago esté alineado con mi virtud, con mis principios y con mi facultad rectora.

Conciliar tu vida con su coste

Cuando sabes lo que eres, y todos lo sabemos, solo tienes que atreverte a serlo cada día de tu vida.

He encontrado un equilibrio que jamás hubiera imaginado, el de no existir un punto de equilibrio, eso es liberador al mismo tiempo que aterrador. Considero que la vida es una bendición al mismo tiempo que una maldición, así que me rindo a ello, y amo lo que venga, solo trato de bailar con el momento, “antes” está muerto, y “después” es una enfermedad. Nada importa, solo cada paso y respiro que das. 

Quiere la vida que tienes, porque lo que hiciste te llevo a quién eres, sin eso no estarías aquí, ni yo tampoco.

Todo tiene un precio, porque si no no lo valoraríamos. Por ejemplo, vivir tiene un gran precio, que no llegarás al final, aunque actues como si fueras a durar para siempre.

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