Este año he conocido a 135 personas talentosas – sí, he anotado todas y cada una de ellas en Evernote. ¿Sabes cuántas de ellas han podido hacer despegar su talento? ¿Sabes cuántas de esas personas talentosas se sentían satisfechas con el ratio talento-acción-resultados? 18 personas. Podemos nacer con un don o un talento, que no siempre ocurre, o podemos encontrarlo más adelante. A pesar de ello, el talento no será lo que nos ayude a ganar el juego, sino la ética del trabajo.
Nadie nace siendo un campeón mundial, en cambio los que llegan a serlo, hacen lo que deben y lo que pueden para ser los mejores. El resto no les importa.
Obsesión por la ética del trabajo
Lee esto, necesitas estar tan ocupado, tan consumido, y necesitas obsesionarte tanto con la actividad en la que quieras destacar, que no te enterarás de lo que ocurre en la noticias, no sabrás que está pasando en Twitter. No habrás seguido la última trastada de la celebridad de turno. No entenderás las bromas o los clichés de actualidad.
Cuando alguien me pregunta sobre algo que ha ocurrido, siempre respondo que no tengo ni idea, porque en realidad no sé lo que sucede a mi alrededor. ¿A quién le importa? ¿Por qué? Porque estoy obsesionado haciendo lo que hago cada día. No miro a los lados. Miro en alguna ocasión hacia atrás – para no perder el norte, y acordarme de donde vengo. Miro continuamente hacia delante, y sobre todo, tengo una fijación absoluta por lo que sucede en el centro. Ahí empieza mi ética del trabajo.
Lo que hagas va a venir de una sola fuente, del trabajo que realices, por eso la ética del trabajo es crucial. Tienes que estar tan metido en ello que seas capaz de perder la noción del tiempo. Es ese tipo de determinación que te lleva a hacer lo que el 95% no estaría dispuesto a hacer. Por que tu trabajo, tu responsabilidad, tu profesión, sea lo que sea aquello que hagas como profesional, es un valor ético.
Si pones empeño en trabajar, en hacerlo de forma obsesiva, con alma, con intención, mejorarás y harás mejores a los demás. Lo que haces, correctamente hecho, tiene un beneficio moral, si se hace con diligencia, coherencia y esfuerzo.
Me gusta vivir pleno, pero soy consciente que estaría lejos de lograr esta meta, si no pusiera el trabajo en el centro de todo. Es tan importante como vivir, porque con ello cambias vidas y te cambias a ti.
Atribución imagen: Francis Toms.
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