La impaciencia, la tensión, la fuerza y el miedo me han enseñado mucho estos días, dentro y fuera del marketing.
Hace un mes fallaron los altavoces del equipo de sonido que tengo en casa. Por primera vez desde que lo compré, este fin de semana no tuve buen sonido. Sé por qué fue, porque los forcé durante bastantes horas, mientras aprendía a mezclar música uno, y luego, durante 8 horas en una ceremonia de meditación que realicé. Entonces lo que presioné más, lo cual fue peor.
Hace una semana también falló la silla ergonómica de oficina que utilizo, dejó de poder regularse en altura. Y también soy consciente del motivo, me subí en ella para arreglar el estor de la sala principal. Entonces lo que hice después, fue regularlo a la fuerza, y adivina, otra mala decisión.
Ayer a mediodía, el arroz salvaje con verduras, no salió como siempre, una de mis especialidades. Mi sistema falló, por primera vez en mucho tiempo.
Sé por qué… Lo apresuré demasiado. No permití que se cocinara lo suficiente. Entonces, en un esfuerzo para ponerlo al punto, lo que hice fue darle más fuerza al fuego, así mientras podría realizar varias microreuniones online. Así no es como se hace el gran arroz. Está listo cuando está listo, no cuando tú necesitas que esté preparado.
La impaciencia te anulará
Por supuesto, la analogía es obvia. Mucho del trabajo que hacemos como creadores, como líderes, como agentes del cambio, como inconformistas y como empresarios – necesita fermentar, no ser forzado, presionado o manipulado. Ese «arte» necesita crear su propio carácter, tensión e impacto. Como el marketing. Y no obtendremos nada, si lo apresuramos y le metemos urgencia.
Pero espera, todavía hay otra perspectiva, una reversa.
Pero también te podría propulsar…
A veces, creemos de forma muy errónea, que estamos creando algo que requiere tiempo, pero lo que en realidad estamos haciendo es escondernos. Nos excusamos, nos estancamos y divagamos, y nos apoderamos de las distracciones, no porque el trabajo nos necesita, sino porque tenemos miedo a la acción y lo que la misma genere.
Hoy más que nunca, en este momento de máxima tensión, la impaciencia puede ser una virtud si lo que hace es ayudarnos a atravesar el miedo que tanto nos retiene.
Atribución imagen: aehdeschaine.