Hay una decisión que tomar en términos del input que vamos a poner.
Nuestras mentes se forman dependiendo de cómo las usemos.
Como una persona usa su atención determina la persona en la que acaba convirtiéndose.
No podemos esperar la excelencia si hacemos un trabajo mediocre. No podemos esperar la grandeza si el input es mediocre.
Trabajas 30 o 40 horas y esperas ser genial, no, serás como el resto, estarás en la media. Al principio, necesitas un input mayor, mucho mayor al resto. Más adelante, necesitarás mutar ese input de esfuerzo máximo, por uno de esfuerzo inteligente.
Poseemos ese sentido dentro de nosotros que nos dice que las cosas nos pertenecen ¿en serio? Incorrecto. No mereces nada si no hay un activo que lo demuestre.
Tu input necesita destacar, necesita brillar, necesita ser sólido y estar fundamentado en trabajo real.
El poder del input adecuado
El saxofonista Charlie Parker tocó más de 20.000 horas en su habitación. Practicó sin descanso durante tanto tiempo, que los dedos se entumecieron y empezaron a sangrar. Ese fue el input que Charlie creó, eso crearía un output que todavía hoy seguimos reconociendo y hasta venerando.
Hagas lo que hagas, trata de hacerlo fenomenalmente, quizá es cocinar, quizá es cantar, quizá es dibujar. Fíjate en los rasgos comunes de los que vinieron antes que tú.
Al final, todo se reduce a esta pregunta:
¿Qué es lo que inviertes para que lo que produces sea sobresaliente? ¿Cuánto tiempo, energía, audacia y valentía?
Para de preocuparte por sentirte incómodo, es justamente lo que más necesitas. El cerebro es un mecanismo de supervivencia, es por eso que siempre elegirá la alternativa más fácil. No, no elijas esa. Porque crear el mejor resultado posible no es parte de tu supervivencia, es parte de tu responsabilidad.
Tienes que luchar, luchar, luchar, luchar y luchar, contra ti mismo. Ya llegará el día de la rendición final, pero ahora, no, no es ese momento.
Cambia tu input.
Atribución imagen: Cabo de Vassoura.