En las últimas décadas, ha habido muchas campañas dedicadas a sembrar el marketing de la confusión entorno a cambio climático, posibles guerras y nuevas enfermedades.
Todos tenemos acceso a más datos que nunca en cada una de las tres áreas, información más concreta, y pruebas infinitas sobre las teorías originales. Los análisis son más preciosos y las fuentes más fiables de lo que nunca antes han sido. El mundo se está recalentando peligrosamente, cada vez más. Las guerras desestabilizan y solo con la intención ya siembran el miedo que algunos quieren causar. Y las nuevas enfermedades aparecen en el momento más inesperado, y nos sorprenden a todos (COVID-19)
Sin embargo…
Seguimos creyendo todo lo que no importa mientras ignoramos todo lo que sí. Nos equivocamos al negar o creer lo que deberíamos creer. Como decía cierto filósofo estoico: “mantenemos opiniones equivocadas sobre las opiniones que deberíamos tener”.
Hay una gran lista de razones para crear aturdimiento, caos, desorientación y trastornos. Muchos de los cuales se contradicen los unos a los otros. La excepcionalidad es que la confusión no necesita ser correcta para ser confusa.
Lo que merece la pena destacar es que el alboroto nunca se crea alrededor de cosas que son mucho más complicadas o científicamente conflictivas (como la gravedad o la materia oscura). Es la combinación de un impacto visceral y la cohesión tribal lo que lleva al deseo de negar.
La industria del tabaco estaba entre los principales negacionistas (aseguraban que los cigarros no tenía nada que ver con el cáncer de pulmón, no les salió muy bien la jugada), por eso se usan hoy muchos de sus trucos de confusión. Sobre todo en temas como el Coronavirus.
El marketing de la confusión no es la solución
¿Con qué fin? El marketing de la confusión podría servir a algunas industrias o causas, siempre a corto plazo, pero ¿a dónde lleva eso? Trabajar en convertir hechos en argumentos o problemas políticos no los hace creíbles o veraces.
Si este tipo de prácticas ganan, si estos pobres diablos ganan ¿qué se llevan? En este mundo post-científico, donde la física y los hechos comprobables están siempre abiertos y sujetos a cualquier opinión, ¿cómo son las cosas? ¿Cómo se puede tardar un año en crear una vacuna para un virus?
Sé lo que el punto de vista científico nos da si prevalece, si desnudamos a la “guerra” y vemos que solo es miedo, si las vacunas se democratizan y se extiende viralmente, si los gobiernos y las multinacionales empiezan a cooperar y preparar al mundo para un cambio de clima mundial.
Lo que es un misterio es lo que los practicantes del marketing de la confusión se llevan si prevalecen. ¿Qué sucede si, cuando vivimos una situación como la de ahora, no nos unimos y no subimos nuestro nivel de consciencia colectiva, así como el compromiso como ciudadanos todos parte de una familia mundial? Y lo único que hacemos es cerrar los ojos, seguir construyendo y comprando viviendas y plasmando nuestra falsa vida en Instagram. A la gravedad no le importa si tú crees en ella, así como el cáncer, incluyendo el de pulmón.
La próxima vez que alguien que practica el marketing de la confusión, la próxima trate de vender una cortina de humo a corto plazo, pregúntale “¿Qué pasaría si ganamos en esta carrera para ser los más manipulados, desinformados y más pasivos?”
Atribución imagen: Pulpolux.