Cuando estábamos cursando educación secundaria (o la ESO), o incluso en la universidad, nuestras opciones eran bastante limitadas. Ya no. Ahora tenemos un margen de libertad más vasto de lo que pensamos, Sobre todo en un mundo sin instrucciones o exámenes, donde los sistemas están desmontados, los muros tumbados y los obstáculos sorteados. Sin embargo, es el miedo al medo lo que nos frena.

Por eso conducimos por la autopista de la conveniencia y la comodidad.

Ayer, en el programa Inconformistas microMBA, de los 25 participantes, había cuatro participantes, 21, 22, 24, 24 años. Unos estudiantes, otros en prácticas y otros empezando a emprender. Otros eran empresarios, otros autónomos y freelance. Todos ellos tuvieron que afrontar el miedo al miedo de fallar.

Nada de fácil ni conveniente.

Fácil, seguro, complaciente y la libertad del miedo a fallar.

Miedo al miedo al cuadrado

Hemos sido educados para encajar y contentarnos con poco, desde que empezamos a ir a la guardería. Lo opuesto a obediencia, nos decían, es el fracaso. Lo opuesto al conformismo, nos explicaban, es el rechazo. Todo por amplificar la sumisión. Pero eso no es todo, la gente con autoridad nos ha inculcado, no solo el miedo a fallar, pero todavía, el miedo al miedo.

El miedo al miedo de fracasar es la razón por la cual es difícil empujarnos a nosotros mismos, incluso cuando no hay un inconveniente externo al no hacerlo. Ese sentimiento, el de insuficiencia y condena, nos incita a buscar el confort de la conformidad.

El blog más popular es el resultado de miles de fallos. El podcast de Tim Ferris es el resultado de cientos de pruebas. El canal de Youtube de _____________ es la consecuencia de cientos de vídeos ignorados. Cada prueba o edición es un avance. Es fácil y seguro y divertido escribir sin parar sobre un personaje ficticio, así evitaremos tratar las cosas reales. No en Inconformistas, donde el día uno y el dos, sacudimos tus creencias limitantes, tus falsos cimientos, tu coraza invulnerable y todo lo que te retiene y frena, a ti y a tu negocio.

Es el riesgo y nada más

Hay un grave problema en no intentar solucionar problemas finitos (añadiendo por ejemplo un nuevo párrafo en Wikipedia sobre el nuevo emprendimiento de Lebron James), sino uno infinito, porque hay muchos contenidos, programas y en este caso, información/noticias contra las que mantener el ritmo. La mayoría de opciones educativas que puedes encontrar en cualquier lugar, no necesitan a personas que arreglen errores. Lo que necesitan son inconformistas que contribuyan y que casi con toda seguridad acaben desafiados. Es un problema que podría no resolverse, así que contribuir entonces se transforma más en algo parecido a cepillarse los dientes con el fracaso.

Vemos que esto sucede en casi todas partes, libros, educación, familia, relaciones.

Es esencial que diferenciemos entre aquello que nos recuerda el temor y lo que nos lanza al riesgo. En nuestro mundo adulto, las actividades más valiosas son en realidad inconvenientes, cargadas de miedo a fallar y aparentemente inconcebibles de hacer.

Sin alguien que nos diga qué hacer, sin un test que pruebe nuestra valía, sin un diploma que nos acredite, o sin un reconocimiento que nos apruebe, es fácil deslizarse por el camino mediocre. Lerdo, simple, fácil, alcanzable.

Pero ¿qué pasaría si nos comprometiéramos con algo distinto? Me refiero a encontrar un camino para dedicar el tiempo que tenemos a cosas que podrían no funcionar. Esta es una de las grandes lecciones que me llevo de estos pasados dos días.