Cuando la vida toca a tu puerta, cuando los análisis confirmaron lo más temido, cuando tus piernas tiemblan y todavía quedan 30 kilómetros de carrera, cuando duele, sufres y te revuelcas… Es ahí cuando la resiliencia cuenta, es ahí cuando podemos sacar a relucir la magnanimidad.
Siempre que veo un momento oscuro, y créeme, los hay, automáticamente hay algo en mí que me dice, «recuerda estas dos cosas, eres la luz en la oscuridad (alguien tiene que hacerlo) y siempre está oscuro antes de que amanezca».
La luz siempre llega, dentro o fuera.
Practicar la magnanimidad
Es por eso que es clave la grandeza y elevación de ánimo y espíritu en tiempos difíciles, así como la gran generosidad a pesar de cualquier circunstancia. No solo por estar dispuesto a ir a contracorriente, sino por saber cuándo hacerlo y cuándo dejarse arrastrar. Se requiere de sabiduría, autocontrol, templanza y autoconocimiento para aprovechar tu voluntad y tus valores.
Puedes decidir, lo creas o no, en qué crees, incluso aunque no estés seguro de ello. Este pequeño matiz es lo que separa a una persona imperturbable e imparable del resto. Esto es de lo que me di cuenta, una vez más, mientras realizaba el Ultraman Holístico del pasado fin de semana.
Puedes creer en ti mismo, o no.
Puedes creer en tus posibilidades, o no.
O puedes creer en el destino, o no.
Puedes creer en lo que haces, o no.
Puedes creer en que lo conseguirás, o no.
Da igual
¿Qué importa que creas o no creas? Da igual.
Lo que importa es que pongas en práctica lo que intuyes, porque es ahí donde el conocimiento es importante y tiene relevancia. Es ahí donde podemos medir la creencia, sea cual sea.
Preocúpate por entrenarte en los «buenos tiempos» para los «malos tiempos» y viceversa, eso es practicar la magnanimidad estoica.
Seguro, si lo haces, no pasará cómo tú esperas que pase, no en al menos un 50% de las veces, pero pasará algo más, y ese «algo más» creará nuevos pasos que te llevarán a lugares distintos y ahí ocurrirán cosas. Cosas que te tendrán tan ocupado que no necesitarás sentir o creer para hacer algo, solo tendrás que seguir moviéndote según fluyes, según dicta tu instinto más puro.
Hay algo incuestionable, bajo lo que percibo, y es detenerte porque no crees en algo.
Hay dos grandes errores en el camino de la verdad: uno es no empezar y el otro es no llegar hasta el final.
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