O al menos no pienso que así sea. El tema es que – ninguno de nosotros sabe en realidad qué es la vida. No sabemos por qué estamos aquí, cuál es el propósito final de nuestra existencia, o qué es lo que de verdad importa. Sin embargo, muchos nos hacen creer (entre ellos yo, en ocasiones) con certeza que la meta final de la vida es encontrar la llamada auténtica, o la pasión, o el talento, y entonces vivir de acorde a esa realidad. No, va sobre ese riesgo exquisito de dejar marchar el control de las cosas.
Hay otras personas (entre ellas yo, en muchas ocasiones) que hacen como si esto pareciera un gran videojuego llamado Vida. Personas que piensan que se puede «hackear» y «mejorar» y en última instancia, ganar siendo héroes auto-realizados e iluminados. «Héroes» que entonces hacen dinero diciéndole a otros los «secretos» para llegar donde ellos han llegado. No sé, pero tengo la sospecha de que en un nivel bastante profundo, lo que hacemos es construir nuestras vidas con tanto cuidado y de acorde a nuestras metas y sueños, que lo hacemos para evitar el sufrimiento. Llámalo frustración, perdida, soledad, aburrimiento, envidia o duda.
Moverte de experiencia vital en experiencia vital, de intensidad a más intensidad. Vivir cada año como si fueran cinco condensados. Meterte en grandes líos, fallar mucho. Ahora el El Viaje, solo, con tiempo para tomar perspectiva. Te esneña mucho, menudas lecciones.
Creo, de forma personal, que una vida con significado se basa en encontrar «algo» tanto en el sufrimiento como en la alegría, en el placer como en la desgracia. Tanto en la incertidumbre y la incomodidad como en la victoria y en la satisfacción. Si no tenemos cuidado, al ir de forma inconsciente a complacer nuestro corazón y convertir cada momento en una oportunidad de materializar nuestros sueños, perderemos el júbilo y las lágrimas. La autenticidad de ser humanos.
El control es una ilusión
El poeta y escritor Mark Nepo lo dice de esta manera:
«La verdad es que ser único está sobrevalorado. A menudo limita que podemos aprender del mundo. La vida es circulatoria como las venas que corren hasta nuestro corazón. La intención que importa, es permanecer en conexión con todo lo que llega como llega. Al menos lo suficiente como para degustar que es vivir«.
Algunas de las personas más sabias, amables, interesantes y profundas que conozco son aquellas que no han encontrado el trabajo de sus sueños. Seres humanos que ni siquiera se plantean cuál sería. No caen en la trampa de un título profesional o un proyecto de vida para demostrar que son algo. Ese tipo de personas, para mí, viven una vida más plena y rica que la mayoría. Sin preocuparse demasiado, sin escribir ni una sola palabra, sin subir ni una sola foto a Instagram, sin publican ni un vídeo en Youtube. Sin marca personal.
Son poetas vivientes que se permiten ser moldeados por los regalos de una existencia no planificada. Incluso aunque esos regalos sean involuntarios. Ejemplos como aprender a experimentar la dignidad y el esfuerzo de una madre / padre solteros. O vivir una enfermedad crónica con valentía. O después de un día de enfrentarte al mundo cuando cada una de tus células te empujaban a no salir de la cama.
Lo que vemos como obstáculos en nuestra «verdadera vida» imaginaria, no son una violación de la vida. No, es la vida en su esencia.
Ese riesgo exquisito
Una pequeña historia… Un ciclista paró cuando estaba a punto de ganar una carrera, la razón, una garza que desplegaba el vuelo. Los allí reunidos le preguntaron por qué se detuvo y no cruzó la meta el primero, perdiendo así la carrera. El ciclista respondió que no perdió la carrera, la abandonó. Esto va sobre tomar ese riesgo exquisito de fluir por la vida. Me pregunto, si crear objetivos, visiones y conseguir imposibles, no es más que una zona de confort para muchos de nosotros. Quizá pensemos en planificar nuestro próximo movimiento e ir un paso más allá en nuestras mentes. Bien, hay algo más retador. Prueba a cambiarlo por dejar marchar todo eso por un segundo y permitirte divagar y perderte, vivir la incertidumbre de la vida.
Hablo de vivir despiertos y darnos cuenta de la gracia de esa garza que levanta el vuelo y nos permite tomar ese riesgo exquisito. Dejando la carrera que pensábamos que era importante.
Atribución imagen: Brandon Doran.
6 comentarios
Hola Isra, antes de nada decirte que si tocas temas existenciales no puedo evitar responderte.
Lo que nos ocurre como seres humanos es que nuestra mente es dual y piensa que si una cosa es, otra no puede ser. Los dilemas mentales son la incapacidad de concebir la vida en su totalidad. Todo es y no es. Es la mente la que se polariza dependiendo de factores internos y externos. La vida solamente nos pide ser vivida conscientemente, da igual el cómo, siempre estará bien.
Gracias por este post de pura vida.
Siempre estará bien, eso es Montse.
Que bonito… me ha encantado. Todo un regalo para los que te seguimos. En ocasiones pienso que al final la vida realmente es como nosotros queremos que sea, y depende de como nos tomamos lo nos sucede en nuestro día a día, como encajamos lo que la vida nos brinda y nos trae para hacernos crecer como personas, como seres humanos… cada uno a su propio ritmo y en la medida de su capacidad … La vamos moldeando, en ocasiones peligrosamente sin darnos cuenta, inconscientemente… de ahí el gran reto de ser concientes, sin dejarnos apoderar por nuestra mente, sintiendo la vida, sintiéndonos vivos con aquello que nos haga conectar, fluir y simplemente vivir… Grande Isra
Fluir libremente, simple no es fácil Kris. Seguimos.
Touch! Hace tiempo que resuena conmigo, entre todo lo que he leído y he escuchado, que la vida es la preparación a la muerte. Pasar por una enfermedad grave ha sido un Máster profundo, de casi dos años, aunque aún tengo todo por aprender. Todo unido al desapego, al fluir, a conectar con el niño, a ser auténticos…demasiada cultura, mochila, educación, prejuicios…la vida es andar y pararse a mirar el vuelo de esa garza y saber que en ese camino se cruzará la muerte y que no pasará absolutamente nada.
Eso es. Es un pasaje. Como decía Marco Aurelio, «podrías morir mañana, deja que eso determine como piensas y actúas».