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Esto es lo que tienes entre tus manos, un disparo, una bala, y ya está. Porque al final acabarás como el resto, incinerado y esparcido en algún lugar, o enterrado en el cementerio.
No hay forma alguna de que hagas que el tic-toc del reloj pare de contar.
Tic, toc.
La cuenta atrás no se va a detener por nada en el mundo. Los días son finitos, como los años, como la vida misma.
Hay personas que llegarán a los 32.850 días (90 años), algunas a los 36.500 días (100 años), otros vivirán 21.900 (60 años), incluso otros pocos llegarán a mucho menos: 7.665, 12.755 o 17.155. En mi caso, voy por 13.432 días y sigo contando, pero no sé hasta cuando. ¿Y tú, sabes cuándo acabará tu vida?
Muy seguramente, la respuesta es no.
Se acaba el tiempo
Lo que sí sabemos, es que un día todo acabará.
Para ti, que estás aquí y estás leyendo esto… Vuelve al camino que debes andar, vuelve a vivir, vuelve a sentirte vivo, vuelve a empujar, vuelve a lanzarte, vuelve a arriesgar, vuelve a perseguir el miedo, vuelve a intentar, vuelve a fracasar, vuelve a hacer lo que no se espera de ti. Y vuelve a maravillarte, vuelve a sonreír, vuelve a amar-te, vuelve a descubrirte.
Vuelve ahora.
Y si no has vuelto porque no has llegado todavía, entonces es el momento de empezar y no detenerte ni un segundo más. El tiempo de perder el tiempo se acaba aquí, ahora mismo. Empieza una nueva etapa, la de hacer que cada segundo cuente.
No luches contra el tiempo, fluye con él. Acompaña cada minuto que pasa con lo mejor de ti, hazlo con todo lo que tienes, porque es todo lo que tienes.
Cuánto más pronto entres al juego, y vuelvas a él cuando te quedes fuera (porque te saldrás), mejor vida podrás llevar.
Más sana y rica.
Más fuerte e inteligente.
Mejor.
Corre, porque se acaba el tiempo.
Atribución imagen: Holguer Prothmann.