Así es como me sentí ayer al terminar el día 3 de Burning Man Quest, abrumado, sobrepasado. Siento que por la acumulación de tantas emociones, preocupación, desconcierto o descontrol.
Sobrepasado por la aventura
Cada día es una aventura, no sé si dormiré en algún motel o me tocará echarme a un lado en la carretera y dormir como pueda. O si tocará hacer más kilómetros, o si con más horas dedicadas haré menos kilómetros y tendré que extender el desafío a más días de los planificados. Quizá pueda romper la bicicleta, o rajar las ruedas como yo a sucedió. Dolores de espalda o cuello que hagan el viaje un poco más complicado. Pasar por zonas donde no encuentres ningún punto para poder recargar agua y algunos alimentos, y entonces seguir. Incluso pasar por ciudades donde pensabas quedarte a descansar y encontrarte de que es una ciudad fantasma. Podría caer de la bicicleta, o ser golpeado por un coche. Incluso parar a causa del fuerte viento.
Abrumado por sobresalir de esa manera
Importante, no estoy siendo pesimista aquí, son las posibilidades que se abren ante el sinfín de posibilidades que podrían darse lugar en esta aventura. Aunque por otro lado, podríamos tambien considerar el otro lado, todo lo más positivo que podría suceder. Aunque eso ya lo esperamos, porque planificamos de forma optimista, y adivina que, casi nunca se da el escenario ideal que habíamos recreado en nuestra mente. Las expectativas. Si estoy abrumado y sobrepasado no es por la negatividad o el positivismo, trato de ser lo más ecunánime posible. Es por la cantidad de aprendizajes y momentos en los que he sobresalido de mí mismo en tan poco tiempo.
Sobrepasado por el día 3 de desafío
Ayer día 3, sin ir más lejos, rodé como 123 kilómetros, desde Ridgecrest a Lone Pine. No conocía ninguna de estas ciudades ni sabía que iba a llegar a ninguna de ellas, ni cómo iba a llegar, pero lo hice. Entre medio, pensé en que no podría continuar debido a las fuertes ventoleras que azotaban la carretera 395US, que se sitúa justo en medio del Valle de las Muerte y Yosemite. Además oscurecía, aunque iba provisto con luces y había un muy buen arcén, no quería jugármela. Hice auto-stop de nuevo por 30 minutos, nadie paró. No tuve otra que elegirme a mí mismo y seguir.
Pasé por el pueblo en el que pensé que iba a descansar Orlancha, no había nada. Llegó el siguiente, Cartago, ciudad fantasma. A todo esto empecé a rodar más rápido para llegar antes. Era uno de esos momentos donde hubiera parado, porque no me sentía nada seguro, pero seguí hasta el final. Contra mi propio instinto, contra mi mente que todavía era más salvaje intentando sabotearme, soy un titán.
Imprtesionado por mí mismo
Finalmente llegué a las 21:15h a Lone Pine y aquí había hasta un McDonalds (no cené aquí, por supuesto), y encontré por Booking el Motel Timberline. Llegué, tome ducha de contrastes frío/calor, bebí mi proteína alcalina vegana, hice 20 minutos de Yin Yoga y fui a cenar. Mi mente y mis emociones estaban colapasadas. No fue hasta que me senté a meditar que descubrí el por qué…
Me sentía y me siento abrumado y sobrepasado, porque en esta ocasión, había ido más allá de mi propia seguridad física, había ignorado a la amígdala y también a mi propio insinto. No sé que es aquello que me hizo seguir, pero seguí, nunca había sentido una sensación igual.
Seguimos
Y eso es lo que voy a hacer ahora mismo que empiezo el día 4, seguir, hacia delante. Seguir, no importa qué. Seguir.
Sigue conmigo y haz tu contribución a la causa que defiendo y por la cual hago este desafío.