El uso irresponsable de la tecnología está desconectándonos. Haciéndonos mediocres. Menos productivos. Más lentos. Y menos presentes.
¿Usas tu portátil, tablet o smartphone o te usan ellos a ti?
¿Puedes dejar de usarlos? ¿Puedes estar el 50% de tu día sin usarlos?
Si no lees las noticias estás desinformado, pero si llas ees estás mal informado. Si no consumes contenidos no aprendes o evolucionas, pero si los consumes, quedas saturado.
¿Qué haces entonces?
Es una buena pregunta, ¿no crees? ¿Te has parado a pensar cuáles son los efectos a largo plazo de demasiada información?
Uno de esos efectos es la necesidad de llegar o ser los primeros. Sin importar la verdad. Entonces, ¿cuál es tu responsabilidad? Solo una, la verdad. No ser el primero, no, contar la verdad. Vivimos en una sociedad donde parece que una de las cosas que más importa es “ser el primero”, en comunicar, en llegar, en contar, en publicar, en hacer marketing ¿A quién le importa realmente? Un claro ejemplo es este libro de Ryan Holiday.
Saca la noticia. No importa a quién dañes o perjudiques. Tampoco si destruimos la vida de alguien. No importa ni siquiera si es verdad o no, solo saca la noticia. ¡Véndelo!
Una de mis mayores preocupaciones: uso irresponsable de la tecnología
Es el acceso ilimitado al mundo social media y a los dispositivos móviles. Ambas cosas son tan adictivas como el alcohol, la nicotina o los las apuestas.
Ahora mismo, mientras tú y yo leemos estas líneas, hay una familia comiendo, o cenando en un restaurante. Sin disfrutar de la compañía de cada uno, sino absorbidos por lo que hay en sus pantallas. Distantes y fuera de una relación sana, conectada, humana y cálida. Empezando por el padre, y acabando por los hijos. Sacando fotos a los platos, haciendo selfies, enviando mensajes a una amiga, o comprobando las últimas noticias del fin de semana.
Peor todavía, ahora mismo, mientras lees estas líneas, hay un niño pequeño que está recibiendo su primer smartphone. Aprendiendo a deslizar, teclear y babear con el dispositivo. 92% de los niños de 2 años están jugando a vídeojuegos en su smartphone o tablet. Porque eso es lo que los padres ponen delante de sus preciados hijos para que estén entretenidos.
La mayoría de plataformas o empresas que se dedican a las redes sociales ahora contratan a lo que se llaman ingenieros de la atención. Estos profesionales han tomado los principios de apuestas y juegos de Las Vegas y otros lugares, con el fin de hacer sus productos tan adictivos como sean posibles.
El uso irresponsable de la tecnología es una droga. En Corea del Sur la adicción a Internet está clasificada como una adicción reconocida, junto al Alcohol, tabaco y apuestas.
La clave está en el equilibrio
La clave es el equilibro. Nada es malo ni nada es bueno, de forma inherente. No son los WhatsApp, ni deslizar tu timeline en Instagram. El problema es cuando se desequilibra su uso y consumo.
Si llevas tu smartphone allá donde quiera que vayas, sientes como si sintieras ansiedad cuando lo colocas en el bolsillo, y no puedes dejarlo en casa. Estás jodido. O si estás con tus amigos y tienes que estar mirándolo continuamente. Estás jodido. Cuando te levantas por la mañana y compruebas tu teléfono antes de decir “buenos días” y besar a la persona que tienes a tu lado. Estás jodido.
No estoy diciendo que te deshagas de tu smartphone. Lo que sí propongo es que dejes de hacer un uso irresponsable de la tecnología, que te preguntes ¿en qué me está convirtiendo mi smartphone o las redes sociales? ¿me hace mejor o me hace peor de lo que era ayer? (esta es mi respuesta a esas preguntas)
Atribución imagen: Samir Patino.