Entonces, cuando el miedo aparece:
- Tiemblan las piernas.
- Titubeas, no puedes articular ni una sola palabra.
- Una sensación extraña recorre tu cuerpo.
- Notas un nudo en el estomago que no te deja comer y apenas respirar.
- Huyes y te escondes.
- Quedas paralizado, petrificado.
- Cambia tu percepción sobre las cosas, de manera radical.
- Pierdes la confianza.
- El mundo encoge.
- Los sueños se desvanecen.
- Dejas de creer.
- Te vuelves temeroso.
- Eres dependiente.
- Dudas de todo.
- Sabes que no vas a lograrlo.
- Sigues el manual de otros, porque es más fácil.
- Mientes descaradamente.
- Aparece el Dark Side.
- No puedes pegar ojo.
- Algo se apaga en ti, todo oscurece.
- Algo te detiene desde lo más profundo de tu alma.
- Los demás se alejan de ti.
- Todo es negativo, nada sale bien.
- Las cosas van a peor.
- No corres lo suficiente como para escapar.
- Pierdes y fallas.
Justo cuando el miedo aparece, es el mejor momento para hacer que algo suceda. Magnífico.
Photo credit: tokita natalia – Flickr.
11 comentarios
Bendito miedo, cuando él aparece algo muy interesante está a punto de acontecer, ama a tu propio miedo, porque tú eres tu miedo
Que me recomendarías para que nunca deje de sentirlo Isra?
Brillante aportación David. Justo aquello de lo que el miedo quiere apartarte, es precisamente lo que más necesitas hacer.
Vivir intensamente, arriesgar por aquello que sientes como una oportunidad y trabajar en aquello que podría no funcionar.
El miedo casi me mata hace un año. Y ese mismo miedo acabó salvándome la vida.
El miedo te quita a corto plazo, pero te da algo valioso a largo.
Malo es cuando nunca surge el miedo, lo cual significa que nunca sales de tu zona de confort. Nada te mueve al cambio…
Debemos sentir el miedo cada día, así sabremos que vamos por el camino correcto Vicente, gracias por el comentario.
No se puede describir mejor, tan desagradable sensación.
Gracias a ella sobrevivimos y sobrepasamos límites. Gracias por el comentario.