Buscar reafirmación… Caso real: el taxi está esperando, está haciendo sonar el claxon, es hora de ir al aeropuerto.
Sí, el pasaporte está tu bolsillo. Lo has comprobado hace cinco minutos.
Por supuesto, el coste de comprobar una vez más si está en el bolsillo es insignificante. Apenas merece la pena ni siquiera discutirlo contigo mismo. Imagina comprarlo con el coste de estar equivocado, de perder el vuelo… Venga, vuelve a hacerlo, compruébalo otra vez.
Es como darle una chuchería o helado a un pequeño cada vez que llora o se queja. Este es el problema. El mismo problema que pedir feedback una cuarta, quinta o sexta vez para asegurarte que la última edición del libro es correcta. O que tu mentor te diga que sí, que es la web que necesitas. Quizá buscas contentar al manager con otra nueva oleada de comprobaciones.
Nuestra amígdala – La resistencia – busca reafirmación sin parar. Engatusará, discutirá y contraargumentará con el resto de tu mente, incluso ganará a tus sentimientos si te descuidas. Buscará la más mínima evidencia, algún tipo de prueba que pueda demostrar que todo estará bien si haces lo que dice.
No lo hagas.
A (no) buscar reafirmación
Ayer decidí que ayer sería mi día de aislamiento, un día entero sin hacer nada que tenga que ver con trabajo, Internet, teléfono o contacto humano. Fue increíble darme cuenta como mi cerebro reptiliano creaba inseguridades, ansiedades, dudas y soltaba todo tipo de excusas para conectar, comprobar y reafirmar.
Cuando complaces a tu amígdala, gana poder. No se marcha avergonzada y humillada por su propia ansiedad. En lugar de eso, se aparta a un lado y busca la siguiente cosa por la que preocuparse, porque… ¿estás listo? Es genial buscar reafirmación.
Es fácil desarrollar el hábito de la reafirmación, pero difícil de espantar. El problema es este: hay lugares y momentos donde no hay reafirmación posible. El trabajo que importa ocurre cuando no hay demostración disponible.
Si has entrenado a tu mente para buscar reafirmación, algo curioso pasará… Cuando esos proyectos donde no hay validación lleguen, tu amígdala se volverá loca – y tú con ella.
Atribución imagen: Michael Coghlan.