Dejas el interior de tu madre para salir ahí fuera, al mundo, donde te espera lo inesperado, la mayor incertidumbre del universo. Tu unes estrechamente a tu madre y en poco tiempo ya estás explorando territorio «comanche» por tu propia cuenta, primer de una manera menos ortodoxa y luego más elitista diría yo. Entonces llegas a la guardería cargado de rotuladores de colores bajo el brazo, aquí todo es felicidad, juego y descubrimiento.
Colegio en blanco y negro
Entonces llega el colegio, aquí empiezas a darte cuenta de que el mundo no es como tu pensabas que era, no es de colores, sino de un blanco y negro que personas con autoridad en frente de ti pretenden que memorices. Extraño y difícil de asumir, te resistes, te niegas, serás castigado, apartado e incluso serás tachado de problemático y socialmente intratable. Pero sigues creciendo, porque conoces gente fantástica, tus amigos del colegio, aunque ellos también son castigados y obligados a entender unas normas que limitan su creatividad, pero claro tu no te das cuenta de nadas de eso, así que te preguntas que debes hacer para encajar. Aquí te enfrentas a trabajos y exámenes que te obligan a responder a preguntas como «¿quien ganó la segunda guerra mundial?» o a decir de «carrerilla» todos los elementos de la tabla periódica. Son años locos, no te preocupes, sólo una cosa, no seas normal, no encajes.
Enséñame lo qué no sabes hacer
Pasas a la universidad, ahora si que no entiendes nada, se supone que aquí te preparan para afrontar ese gran mundo que hay ahí fuera, pero lo único que haces es memorizar libros como si episodios de «Dragon ball» se tratasen. Luego, te topas con tipos llamados profesores los cuales tratan de que aprendas a dirigir una empresa cuando ni siquiera ellos lo han hecho. En ese momento empiezas a cobrar consciencia de lío en el que te has metido. Bienvenidos.
Paradoja como algo usual
En el mejor de los casos, finalizas la universidad – o la abandonas – si el plan Bolonia te deja, porque ahora parece que muchos no dejarán la universidad hasta los 30-32 años. Tu piensas: «¿pero a esa edad no debería haber trabajado en una gran compañía, hacer, fallar, levantarme rápido y aprender, intentar diferente, hacer y crear conexiones, haber dejado el trabajo y lanzado mi propia idea?» qué paradójico ¿verdad?. Finalizas por fin y tratas de elegir un negocio de tu gusto para trabajar, estás lleno de juventud, energía y optimismo.
Trabajas durante una década o dos en ser tremendamente fascinante – ahora sí – aprendes, fallas, vuelves a intentar, haces que suceda y lanzar, haces cosas y las cambias y de repente te encuentras en lo alto de tu profesión, en la cabeza. Rockstar, tú.
¿Y después qué?
Cuando estás en todo lo alto, la última cosa que quieres que te digan es que el «top» no es tan «top» como pensaste la primera vez. De hecho, no hay «top». Era sólo una ilusión del sistema. La hemos vuelto a liar. ¿Y ahora qué hacemos?
El mundo está cambiando más rápido que nunca, el sistema con el que te topas no necesariamente debe ser el sistema en el que elijas vivir, crea tu propio sistema y deja atrás ese en el que siempre han pretendido que encajes. El cambio masivo ha estado con nosotros desde el día que nacimos, es la constante máxima en nuestras vidas. Y aún así, todavía nos atemoriza crear aquello que no se ha creado antes y empezar a vivir nuestra vida fuera del sistema. ¿Por qué no aceptar el cambio y el viaje que viene con ello y entonces ver dónde nos lleva?
Photo credit: Fernando Sergio Molina Torres.
4 comentarios
Grande Isra! Cómo siempre. Ahora que me encuentro metido de lleno en un proyecto redarquico, me siento identificado con este post… Deja atrás el sistema impuesto… Vamos a crear el nuestro. Voy a compartir.
Seguimos.
guau, creo que nunca has sido más acertado que hoy, me llamarón de mi antigua empresa la cual me despidió para volver a trabajar, y despues de darle vueltas, he decidido que no vuelvo, tengo que dejar eso atrás y continuar hacia lo inesperado.
y despúes va y leo tu post, con lo que me ha reafirmado en lo que he hecho. gracias.
Enhorabuena Alicia, afortunadamente has entendido que tu trabajo no es para todo el mundo.