Hoy he despertado y estaba perdido, me estaba engullendo a mi mismo porque parecía como si me quisiese perder dentro de mí y encerrarme en mi propio caos. Esto no es nuevo, no es de hoy, llevo un tiempo así, poco a poco he ido dejándome vencer por mi lado oscuro, por la amígdala, por el cerebro primate. En lugar de utilizar cada adversidad como un trampolín para trascender, como siempre he hecho, he dejado que me fuera carcomiendo, todas las pequeñeces y problemática absurda que han ido ocurriendo durante el camino, me han servido como una herramienta genial para rendirme a algo a lo que nunca había estado acostumbrado a rendirme.
Despertar hoy.
He desayunado mis propios hechos
Es posible que en lugar de admitirlo rechazara la idea de que no era yo y en lugar de actuar auténtico y firme a mis valores, he sucumbido al miedo, a la incertidumbre, a la ansiedad, a la problemática, a desconcierto al sistema, al que dirán, a qué pensarán. He pensando demasiado en lugar de sentir más, no he cuestionado, he asumido, he agachado la cabeza, he caído y no me he levantado. Lo opuesto a lo que defiendo a capa y espada, nadie está a salvo.
He despertado rodeando de tiempo
He descubierto que cuando quiero soy el mejor, pero cuando me descuido soy el peor. Cuando me apetece cambio las cosas, pero cuando no me apetece, las destrozo. Cuando tengo la intención maravillo, pero también desgarro. He sido desagradecido, descuidado, desconsiderado y deshonesto. Conmigo mismo y con otras personas. No he disfrutado de cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo como siempre lo he hecho. He estado más preocupado en cosas que pertenecían a la sección de “dentro de un tiempo” cosas que no puedes ni debes controlar, que de cosas que están depositadas en la implacable estantería del “ahora”. He despertado y he me he visto solo rodeado de tiempo extra que he ido aglutinando, quizá demasiado, todo para mí. Ignorando que de nada sirve si no puedes regalarlo a otras personas. Sí, lo he hecho con 33 acciones sociales y dando el triple de lo que recibo, pero eso es parte de mi responsabilidad (y de lo que me apetece) aquí en el mundo, ¿Qué hay de la gente de mi alrededor que lo merece?
He despertado en otro mundo
He sido un Isra poco encantador, gentil, considerado y cariñoso, seguro. Olvidé hacer la parte más importante, sentir más, he calculado y he ganado el juego, he apuntado, he disparado y he dado en el blanco, pero quizá fui perdiendo mi esencia por ganar más, conclusión, he perdido en el juego que importa. He dudado más que nunca, he sentido miedo a hacer aquello que cada día he hecho y – en mi consciencia – me ha hecho sobresalir, las inseguridades, fantasmas y frustraciones creadas por mi amígdala me han ido consumiendo. He despertado y al abrir los ojos me he visto rodeado de un mundo que no tiene nada que ver con el que había ido tomando posesión en estos últimos meses. He despertado y cuando he ido al espejo me ha costado reconocerme a mi mismo.
He despertado sin mí
He cuestionado lo más sagrado que existe en el universo, a mí mismo. He llegado a pensar (y me he dejado engatusar por ello) que todo era cosa del destino, olvidé que yo he sido el que he creado mi propio destino.
Pero desperté
He despertado. A tiempo. Olvidé que mi vida está más completa que nunca, que mientras que la gente que amo y me preocupa no sufra, no hay razón para estar realmente mal. Desperté y me di cuenta que había perdido la conciencia sobre quien era y todo lo que he hecho, trabajado, vivido y conseguido hasta día de hoy. He despertado y el presente me ha abofeteado. He despertado e intuitivamente he llevado mi mano al lado izquierdo y he sonreído quitándome un peso de encima al saber que mi corazón latía tan rápido como de costumbre. He despertado y he mirado mis manos y me he dado cuenta de que ahí empieza y acaba todo, cualquier otra manera de pensar, sería un gran engaño.
Puedes despertar hoy o seguir durmiendo hasta mañana. Las dos acciones vienen con resultados contrapuestos.
Gracias por acompañarme en este viaje tan vulnerable, sensible, frágil hacia mi más profundo yo.
Isra.
Photo credit: Odosdesign.
2 comentarios
La ambivalencia forma parte de nosotros mismos. Estamos llenos de contradicciones por que en un sistema contradictorio es en el que vivimos. Quizás para hackear al sistema, algo que algunos perseguimos (como tú, Isra) sea necesario ser lo suficientemente flexible, pero consistente como para abrazar nuestros extremos. Espero que te haya aportado. Un abrazo y adelante.
Aporta Francesc, gracias.