La vida, el trabajo, los proyectos, las sacudidas, los chispazos, los ligues, el dinero, incluso cada una de las publicaciones que ves en Instagram, Twitter o LinkedIn, nada de eso va sobre ganar o perder. Es solo un paso más de lo que sucede en el viaje, es una parte del proceso que nunca acaba. Es la batalla que libramos cada día. Es el intento, es el desafío diario, el propósito.
Esto es lo que que significa vivir, creo.
El desafío diario de vivir la vida
Quiero perder.
Quiero sentir pereza.
Quiero estar perdido.
Quiero dudar de mí.
Quiero compararme con otros.
Quiero no merecerme.
Quiero perder los nervios.
Quiero tener que ir a contracorriente.
Quiero que sea complejo y difícil a la vez.
Quiero actuar de forma absurda.
Quiero tener que arrastrarme.
Quiero ansiarme, angustiarme.
Quiero morder el polvo.
Pero también quiero esforzarme, quiero profundizar, quiero escalar, ascender, demoler, impactar, cambiar, transformar. Quiero empujar, propulsar. Y no quiero que nada de esto acabe, ni lo que hay en la primera lista, ni lo que hay en la segunda. Porque necesito lo primero tanto como necesito lo segundo. Porque ambas cosas me hacen sentirme (y creerme) imparable, más convencido, con más propósito, más resistente y más resiliente.
No, no voy a parar
No quiero echarme a un lado, no quiero llegar a un punto en mi vida donde diga «ya hice/probé/intenté/experimenté/lancé lo suficiente. Voy a parar.» ¿Y sabes por qué? Porque en realidad «no hay nada más» que lo que vivimos a diario. Ese sinfín ciclo de pruebas diarias, esos obstáculos, no me vuelven loco, no me controlan o frustran. Todo lo contrario, me inspiran, porque son lo único que de verdad poseemos y podemos alterar. El desafío diario es lo que me hace querer vivir.
Así que esto es lo que te diré, enfréntate a todo, recibe con los brazos abiertos cualquier adversidad, imprevisto o sorpresa desagradable que salga a tu paso. No distingas entre genial y fatal, es todo lo mismo, forma parte de lo mismo. Remángate, profundiza y sigue empujando. El viaje continúa cada día. El proceso es interminable.
Y la batalla empieza y acaba cada día, y adivina qué, nunca pierdes del todo, nunca ganas del todo. El desafío diario es infinito, empieza cuando naces y acaba cuando mueres.
No. No te detengas. Jamás.