Esta es una historia sobre el valor de la amistad y la gran virtud (estoica) que representa…
El mes pasado estuve en Alcoy visitando a mi familia durante unos pocos días. Uno de esos días bajé al polideportivo de Caramanchel de mi barrio, la Zona Norte, a ver un partido de futbol Sala donde mi primo Unai jugaba como portero. En la misma pista donde durante años he compartido horas y horas con un montón de grandes amigos con los que he crecido.
Allí me encontré con Navarro, uno de los más grandes amigos que jamás he tenido, desde la adolescencia y juventud hasta mucho más allá. Hacia al menos dos o casi tres años que nos nos veíamos, fue emocionante. Conversamos, bromeamos, reímos y nos tratamos como lo mejores amigos que siempre hemos sido, y seremos.
Toda una vida, desde esconder su primera borrachera en mi casa hasta tener el privilegio de conducir el coche el día de su boda. Y bueno, otras aventuras y peripecias que nos llevamos en el bolsillo izquierdo del pantalón.
Él, junto a personas como Alfredo, Montava, Pablo, Toni, Iñaki, Antonio, Rafa, Jose y otros gigantes que me dejo, han sido de lo mejor que he vivido durante muchos años. Hemos hecho de todo, en el sentido literal de la palabra. Y no nos ha salido tan mal la cosa.
La escalera de la vida y el valor de la amistad
La escalera de la vida nos junta o nos separa al antojo del propio ciclo de nuestras vidas. Unos siempre permanecen juntos, otros se separan y nunca se vuelven a ver, otros se reencuentran casualmente, otros se ven a menudo… Es posible que muchos de nosotros estemos separados o revueltos, eso es irrelevante, lo innegable son todas esas experiencias vitales que hemos compartido juntos, todas las juergas, historias para no dormir y otros cuentos de fábula. Eso es lo que siempre quedará y hay que respetar, honrar, agradecer y apreciar, porque los momentos que creamos son las experiencias que nos definen. Y las amistades que hemos tenido nos han convertido en quiénes somos, me parece más que justo dedicar estas palabras a todos ellos y a otros muchos que hace millones de minutos que no veo.
Y cito a Séneca para acabar, quien decía: “nada, sin embargo, deleita más la mente tanto como una amistad de lealtad y amor.»
Gracias a Navarro y al resto por tanto.
El viaje continúa.