¿Recuerdas esos días en lo que no quieres hacer nada? Esos días en los que estás demasiado cansado. Los días en los que tienes dolor de cabeza, esos momentos en los que te encuentras aplastado por la vida, cuando sientes que no te apetece (mi palabra favorita). Sí, esos días que intercambias lo que te hace bien por lo que te perjudica ¿reconoces esos días? Esos son los días de entrenamiento para ser imparable.
Esos son los días que te hacen una persona ultraproductiva que gana en la vida, son los días que de verdad cuentan.
Cuando tienes ese nudo en la garganta, es cuando es más importante tragar y tragar hasta que pase.
Es en esos días negros cuando es vital levantarse y encender una pequeña luz que brille en la oscuridad.
Si tienes algo que hacer, como yo, ahora mismo escribiendo estas líneas, no lo pospongas hasta mañana. Nada. No hagas nada voluntariamente mañana que deberías estar haciendo hoy, porque esa clase de comportamiento es puro entrenamiento para ser imparable.
No esperes, ataca, invade, y continúa hacia delante. Con agilidad, con contundencia y con gracia.
Casi a diario recibo emails de personas que preguntan cómo ser ultraproductivas o cómo ser imparables, la respuesta es casi siempre la misma: “para de esperar a que algo te mueva y muévete por ti mismo”
El entrenamiento imparable sucede dentro
Cuando todo lo que te mueve es externo, entonces tú te conviertes en tu mayor problema ¿por qué? Porque no tendrás nada dentro que te mueva, y el día menos pensado verás que estás vacío. Tú eres el que debes moverte internamente, eres tú el que debe pulsar los botones de la acción.
Muévete, hasta que caigas exhausto, si repites eso cada día, sin juzgarte si lo estás haciendo bien o mal, solo animándote a seguir a pesar de cualquier resultado. Si haces eso, estarás en la franja óptima de entrenamiento para ser imparable.
Atribución: Apionid.