Mis mayores fallos del año (2020)

Este uno de los momentos más especiales de acabar un año y empezar otro, compartir los fracasos más pronunciados del año. Este es uno de los posts que más impacta y resuena con lectores y comunidad… Llegamos a los grandes fallos del 2020. He contabilizado 1.467 señales de progreso (también conocidas como «fallos») en 365 días, lo que da una media de 4,01 fallos al día, 234 más que en 2019 y 356 más que en 2018. Vamos de más a más, esto solo quiere decir que intente más, probé más, hice más, alcancé más, progresé más.

Cada día anoto lo que considero como las derrotas del día, lo hago a diario desde 2015, aunque después del mes sabático en agosto, por primera vez paré conscientemente por unos meses. Aunque seguí haciendo marcas en la libreta cada vez que ocurrían logros y fracasos.

Puedo afirmar que fallo mejor que la inmensa mayoría de personas que conozco.

mis grandes fallos del 2020
Atribución imagen: Jorge Flo.

Además, llevo fallando con perspicacia durante más años que el 99% de las personas que leerán esta sacudida. ¿No me crees? Te explico:

  • En 2013 fallé mucho.
  • Pero en 2014 fallé todavía más.
  • En 2015 superé mis antiguos registros.
  • En 2016 batí récords de fracasos.
  • Y en 2017 superé lo insuperable, pude fallar más que nunca.
  • Aunque en 2018 superé todas las previsiones.
  • Cuando llegó 2019 adivina, lo volví a hacer, fallé descaradamente.
  • Y finalmente llegamos a 2020, donde pongo la guinda al pastel de los fallos más pronunciados del año.

Entonces siguiendo la tendencia… ¿Te atreves a predecir que pasará en este 2021?

Pues aquí sigo, un año más, rindiendo culto a mi musa, el fracaso. Satisfecho, pleno y preparado para más.

Grandes fallos del 2020

He confeccionado una lista con los fracasos más relevantes de todo el año. Son los grandes fallos del 2020, los más destacados y notables. Vamos a ello:

  • Dar sin restricciones me ha llevado a crear falsas expectativas con personas que exigen de mí sin haber un intercambio profesional por en medio.
  • Fijar colaboraciones sustentadas en intercambios ficticios y no en alianzas «ganar-ganar».
  • Dar chocolate a mis propias creencias limitantes avivándolas en mi mente una y otra vez repitiendo la historia de que están ocurriendo.
  • Confiarme al tomar medidas de precaución cuando trabajo con gente que ha consumido drogas, alcohol o experimenta una gran ansiedad.
  • Decidir cargar con todo el compromiso y responsabilidad que conlleva cualquier relación personal o profesional.
  • Repetirme a mí mismo «tengo que hacer esto para ser esto, o llegar allí para conseguir lo otro» demasiadas veces.
  • Dejar un liderazgo abierto y no marcarlo delante de las personas que podrías interpretar que el liderazgo está abierto y que podría ser tomado por ellos.
  • Ceder excelencia por prisas respecto a grabar los vídeos de varias campañas publicitarias.
  • Comprarme con personas diferentes a mí por su juventud, nivel de ingresos y posición en el mundo.
  • Pensar que sufría una insatisfacción profesional porque no estaba viendo los resultados económicos que pensaba que merecía.
  • Alimentar otras creencias limitantes sobre creencias limitantes.
  • Mentir sobre el perdón a personas que en realidad no había conseguido perdonar.
  • Ignorar el precio de cambiar de industria, país y costumbres.
  • Hacer más deporte del que mi cuerpo podía soportar con una ingesta de calorías cercana al ayuno.
  • Crear un desequilibrio entre la comida que ingería y el desgaste físico que sufría debido a los entrenamientos para el Ultraman Holístico.
  • No admitir el miedo al rechazo de una mujer. Incluso aún sucediendo todo lo contrario.
  • Trabajar con personas que no resonaban con mi sistema de valores.
  • Seguir intentando una colaboración y proyecto cuando mis principios mostraban que no funcionaba.
  • Dejarme influir por opiniones externas sobre mi forma de ser, trabajar y vivir la vida.
  • Desconfiar de la gente que de verdad me ama, me respeta y me reconoce.
  • Creer que sé como llevar algo que no sé llevar más que lo que sé ahora, que es muy poco.
  • Dejarme llevar por la presión social.
  • Presionar a otras personas para que tomen la posición que deseo frente a negocios, proyectos, oportunidades o beneficios a mi favor.
  • Abusar de la confianza de un cliente y pasar de persuasión a manipulación.
  • Cerrarme a adaptar mis precios como consultor y conferenciante frente a esta nueva realidad profesional.
  • Preocuparme por qué voy a hacer en las redes sociales para tener mayor impacto midiendo links, comentarios y seguidores.
  • Permitirme creer que nunca llegaría a un lugar tan oscuro y profundo como el que llegué hace unas semanas.
  • Practicar la mentalidad escasa debido a temas financieros frente a amigos, clientes y compañeros.
  • Dar un posicionamiento a un producto que no encajaba ni con la promesa ni con lo que ofrecían las prestaciones del producto.
  • Tomar un trato como personal en lugar de profesional.

Hace un tiempo grabé un podcast sobre cómo aprender a fallar. Allí disecciono el proceso que sigo para asegurarme que al cometer fallos me cercioro de que lo hago hasta el fondo, extraigo todo el aprendizaje posible y lo integro en todo lo que hago, ya sea personal o profesional. Esta lista es solo una pequeña ilustración de todo lo que he sobresalido este año.

Fallos, fracasos, errores, caídas, resbalones, y lo que sea… Venir a mí, os necesito

A día de hoy estoy andando el camino, el mejor camino posible, de la mejor forma posible con el mejor ritmo posible. Indiferente a lo que encuentre, sienta o piense, es algo que nace desde el centro de mi ser, algo que me dice que es imposible estar equivocado bajo ninguna circunstancia. Es por eso que no importa cuántos fallos» cometa. Los grandes fallos del 2020 son una pieza más de este puzzle llamado existencia.

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