Steve Jobs no esperó a tener el iPhone definitivo para lanzarlo, fue quizás el más imperfecto de todos. Michael Jordan no esperó a realizar el salto perfecto antes miles de personas, cada uno después del primero era mejor que el anterior.
El momento de la inscripción a Ultraman UK, era el momento menos indicado para hacerlo, estaba a años luz de estar preparado para esta prueba. El día de la prueba, justo antes de empezar y entrar al lago a por los 10 kilómetros nado, bueno no era el momento idóneo para hacerlo. Al día siguiente, era el momento totalmente opuesto para competir. Imagina el tercer día.
Cuando lanzamos Engage Worldwide no sabíamos que iba a pasar, menos todavía cuando llegamos a Bogotá con Engage Colombia. El entorno no era perfecto, no era el momento idea, quizás nunca lo sería.
Stand OUT Program podría haberse pospuesto un año entero mientras andábamos sumergidos en la bohemia búsqueda de perfecto.
Esperar a perfecto supone esperar hasta mañana – y mañana a mañana y así repetitivamente hasta nunca acabar – y que no esté hasta mañana, quizás con suerte.
Si no lanzas no cuenta – en algunas ocasiones, donde no lanzar supone que no habrá alternativa posterior, lanza y observa que sucede, eso es una buena alternativa para seguir mejorando y seguir creando esa tracción delante que tanto necesita un negocio para crecer y seguir.
Empieza, falla, vence o acaba. Aprende y mejóralo. Hecho vale más que perfecto.
Photo credit: Thomas Hawk.
Un comentario
Pues si, es verdad. Uno de mis primeros post era un poco esto de la perfección.
En esto los bebes nos llevan ventaja 🙂 y menos mal.
Se empieza y punto.
No se piensa como, cuando, ni qué y ahí llevamos unos pocos de aspectos adelante y todos van saliendo.
Mejor o peor andas, hablas, te expresas corporalmente, te sociabilizas…
¿Que es lo que nos frena luego?