Invertimos en miedo cada vez que pasamos horas y horas memorizando el libro de matemáticas por miedo a que un profesor arruine nuestra carrera de estudiante. Pagamos ese impuesto cada vez que nos enfrentamos a un test de múltiple respuesta con la esperanza de que cambie algo.
Hacemos la inversión cada vez que invertimos nuestro tiempo en buscar re-afirmación. Pagamos el doble cuando el acto de buscar re-afirmación nos hace en realidad más ansiosos, no menos.
Pagamos esa cuota bien cara cada vez que pensamos que no podemos salir ahí fuera sin un MBA. Nos han vendido el miedo muy caro cada vez que nos venden credenciales o títulos.
Invertimos en una especie de terror cuando tratamos de salvar nuestro culo en lugar de hacer lo que sabemos que hay qué hacer, y volvemos a invertir cuando quitamos por miedo la dignidad a otra persona.
Cuantificando la inversión en miedo
Deberíamos cuantificar el total de la inversión que realizamos. El gobierno debería publicar cuanto dinero se gastan en crear temor, catastrofismo, duda, complacencia y obediencia. Y por supuesto también cuanto gastan en – aparentemente – detectar el miedo y eliminarlo. Las empresas deberías añadir a sus informes anuales cuando gastan en «por si acaso». Una vez que sepamos cuanto cuesta, podremos saber si realmente merece la pena ese coste.
En lugar de buscar el status quo, críticos o «haters» y otros muchos que piden a gritos quemar en la hoguera a la maldita bruja. Quizás deberíamos lanzar nuestro mejor trabajo al mundo. La tasa es demasiado alta, creo.
Photo credit: Ana_Rey.
7 comentarios
De acuerdo en la inversión que todos hacemos en miedo. Esta es la cultura limitadora que hemos creado. Muy difícil no formar parte de ella ya que hay mucha gente interesada en que siga como está…
Es cuestión de elección no de imposición Juan Fco.
Si nosotros perdemos el miedo, ellos pierden del poder… No hay que poner el ‘foco’ en el poder; sino en la sumisión…
Además de los gastos militares y otros ‘armamentos’, se emplea una ingente cantidad de recursos en enseñarnos a ‘no defendernos’… aquello de la ‘indefensión aprendida’, por ejemplo…
Hay que seguir.