¿Cuál es la diferencia entre el marketing actual y la propaganda que consumimos a diario? La verdad, esa es la diferencia.
De hecho, hemos estado consumiendo esa información falsa desde los Romanos, se llama propaganda.
Nos apresuramos a lanzar mensajes que tienen un porcentaje de certeza entre un 50% y 70%, siendo realmente optimistas. Comunicamos cosas que todavía no hemos logrado. Compartimos éxitos que ni siquiera son nuestros. Nos apropiamos de teorías, ejemplos, hechos y hazañas de otros y las dejamos ver como nuestras. Hacemos un marketing intensivo sobre productos mediocres que desencantan, o sobre servicios porquería que incumplen la promesa que fijamos en la campaña.
En la teoría se vende lo práctico y aplicable y luego, cuando llega la hora de ponerlo en acción, no somos capaces de hacerlo porque recibimos una información confusa, engañosa y carente.
Se venden charlas, talleres, cursos, masters o webinars de gran utilidad, pero en realidad, cuando acabas, posees un puñado de herramientas, software, APPs, frases bonitas y casos prácticos totalmente desalineados con tu propósito final. Eso es todo. Lo peor, es que la mayoría se conforma y se cree la gran mentira de la propaganda.
Nosotros somos la propaganda
Nosotros, los profesionales del marketing y la comunicación, somos unos mentirosos. Somos unos vende-motos y somos unos manipuladores. Lo único que tratamos es impactar rápido a un cliente potencial, para vender rápido, ganar dinero rápido y saltar a otro cliente potencial a repetir la acción. Si no me crees es porque no quieres, Internet, las redes sociales y casi cada transacción está llena de estas técnicas de propaganda basura y barata. En cualquier industria, desde la política, a la religión, la hostelería, el periodismo, el sector del motor o la educación.
En cambio, hay un marketing diferente. Uno que tiene que ver con la verdad, con cumplir promesas, con entregar el valor que tu cliente necesita. Tiene que ver con la fragilidad de mostrar tu producto o servicio tal y como es, sin abrillantamiento, si tiene carencias, muéstralas, luego mejóralas. No podemos seguir vendiendo basura y creernos que es oro. Primero porque nos convierte en seres despreciables y desalmados. Segundo porque destroza nuestra marca o negocio. Y tercero porque engaña a un cliente cada vez más inteligente, que nunca volverá y que disuadirá a otros muchos para ni siquiera acercarse a nosotros.
Atribución imagen: Outtacontext.
2 comentarios
marketing de calidad y caro para gente exclusiva y todos los demas a vender tomates en lata
En absoluto Manuel Yago, hay marketing de calidad para cualquiera, solo hay que hacerlo con dignidad, honestidad, integridad y vulnerabilidad. Es más diría que ese marketing es más de calle que de glamour.