Críticos: los necesitas para hacer tu mejor trabajo. Significa que estás molestando y alterando el ritmo normal de hacer las cosas ¿a quién molestas? por qué si no molestas a nadie o no eres criticado es que no estás creando cambio.
Escépticos: nunca cambiarán, siempre tendrán algo sobre lo que ser escépticos. ¿para que esforzarte en complacerlos o en demostrar que estaban equivocados si puedes dedicarte enteramente a la gente que sí está dispuesta a escucharte, darte feedback, compartirte e incluso abrazarte? no malgastes tu tiempo con ellos.
Haters: en la mayoría de los casos las experiencias de la vida les han convertido en personas que abrazan la negatividad, el derrotismo, la duda y la ironía negativa. Los cínicos son eso, cínicos, para ellos la negatividad ya ganó la batalla hace tiempo, ignóralos.
Haters: no les gustas, ni les vas a gustar nunca. Quizá hiciste algo tan importante y cambiante que nunca podrán aguantarte, puedes tratar de encantar a los que nunca gustarás y te rechazarán o complacer a aquellos que vinieron a ver tu mejor actuación a aplaudirte.
Pobres diablos: son críticos, escépticos, cínicos y haters – y trepas – a la vez pero sólo a tus espaldas. Las malas noticias – para ellos – es que si prestas un poco (sólo un poco) de atención en ellos se descubren ellos mismos, el ansia y su ego vencen la batalla continuamente.
Indiferentes: el grupo más preocupante, lo que no están en un lado ni en el otro. Hay que hacer algo para decantar la balanza hacia un lado o el otro, si es posible que sea al lado de aquellos que te aman. Si desafortunadamente caen al otro lado, bueno, creo que podrás seguir durmiendo a pierna suelta por las noches.
Críticos y más, ahí están todos ellos, nunca desaparecerán de tu vida, habrá más o menos, pero siempre estuvieron, están y siempre estarán. Sin embargo, estás tú. Qué bueno que llegaste a tiempo.
Photo credit: Santiago Plata.
8 comentarios
Me mola mucho este artículo Isra. Hay que dedicar el trabajo, el esfuerzo, la lucha, hacia aquellas personas que verdaderamente nos apoyan, nos siguen, y solo por el sencillo hecho de hacerles felices con nuestro trabajo, de compartir con ellos nuestras experiencias y/o conocimientos.
Saber que siempre van a estar ahí, es mejor para reconocer que nunca va a ser perfecto.