Ser socios es ser socios. Ser socios en el amor como en el desamor. Tanto en la vida como en el trabajo. Al fin y al cabo, eso es lo que buscamos cuando hablamos del amor a largo plazo. Porque esto podría acabar en un proyecto de vida juntos, que comprenda incluso subproyectos, incluso profesionales compartidos.
Las necesidades son las mismas: confianza, comunicación, franqueza, vulnerabilidad. Se necesita que haya ese “clic”, esa química. Esa resonancia. Necesitamos confiar el uno en el otro.
El 90% de las personas que he entrevistado para mi próximo proyecto editorial, quieren que su pareja sea su ventaja competitiva diferencial. Que le ayude a crecer. A trascender. A mejorar. También a fallar útilmente. A ser más conscientes. Su voz es la que escuchamos cuando sabemos que podemos pensar un poco más profundamente, o ser más amables con nuestros clientes o hijos, o en última estancia, hacer eso que nos hará mejores personas.
Ya sea un socio (pareja) que nos cuestiona y nos dice lo que nadie quiere decirnos, pero necesitamos oír, o esa tipo de “socia/o” que siempre está apoyando, animando, motivando y empujando a dar un paso más, la cuestión es encontrar a esa persona amada que consigue que lo que haces tenga sentido – y entonces tratar de hacer lo mismo tú por ella.
Socios en el amor y más allá
Algunas ideas:
- El trabajo tiene que estar siempre repartido a partes iguales, es cosa de dos.
- Sigue al instinto, porque ella hará lo mismo.
- Toma juntos las decisiones críticas.
- Celebra juntos, fracasa juntos.
- Crea micro-recompensas conjuntas, tangibles e intangibles, para cada vez que alcancéis un hito juntos.
- Haz partícipe a la otra parte de tu progreso, y viceversa.
- Establece como norma el crear algo juntos cada X tiempo.
Es como todo, una elección.
Socios significa compartir a partes iguales
Los «socios» más exitosos – y por exitosas me refiero a aquellas que duran más tiempo, sino a aquellas que duran más y el tiempo que duran es de calidad para ambos miembros de la pareja – son aquellos donde los dos son miembros de un mismo equipo. Los dos son socios en el amor, los dos suman y aportan, la suma les hace más felices de lo que ya son cuando están solos. De modo que, la persona con la que decides compartir tu vida (y quizá trabajo) debe sumarte, no restarte. Hablando desde el trabajo, desde las tareas, desde las responsabilidades que os conciernan a ambos.
Si el mundo como pareja es compartido, las tareas también deben serlo. Estar con alguien no debe aumentar tus tareas, no puedo convertirme en una responsabilidad más para ti, al contrario, nos ayudamos, cooperamos. Somos socios, en la vida y en el trabajo, vamos a partes iguales.
Atribución imagen: JD Hancock.
Un comentario
Muy bien Isra. Me encanta. Es un punto de partida ideal, con todo lo que conlleva la palabra «ideal» de positivo y negativo, y teniendo en cuenta que las ideas / ideales son el origen y punto de partida de todo lo que luego creamos. Felicidades.