O lo que es lo mismo, Adiestra tus emociones.
¿Estás leyendo esto?
¿Puedes ver?
¿Respiras?
Genial.
Todavía hay camino por recorrer, todavía hay esperanza. Todavía debe haber fe.
Estás aquí.
Nunca es demasiado tarde.
Demasiado oscuro o inaguantable.
Si sigues aquí es que todavía puedes darle la vuelta al marcador.
Y adivina, estás aquí, sigues aquí.
Van a pasar una cantidad de cosas que ni tú ni yo podemos predecir, días brillantes y días sombríos. ¿Cómo lidiar con ambos? Aceptándolos, sobre todo esos días en los que “no puedes”, porque el dolor (no el sufrimiento) es lo que te hará fuerte. Ese es el gran coste del crecimiento.
Adiestra tus emociones
Todos probamos, al menos un poco (o algunos mucho) de esa mentalidad víctima «¿Por qué yo?». Entonces puedes decir que toda esa pena te pertenece, o puedes responder «pues porque tenía que ser yo» y entonces salir victorioso/a de esa situación.
Si quieres desarrollarte de forma exponencial y madurar años en muy poco tiempo, experimenta todo el dolor necesario que puedas (sé que suena duro, no me importa, porque no hay otra forma). Me refiero al dolor de lanzarte a sitios donde no deberías ir.
Nadie crece en una recta o en una cuesta hacia abajo, nos desarrollamos ante una montaña casi imposible de escalar.
La misma cosa que te amedrenta es la misma que te potencia.
Nadie vendrá a salvarte, aunque a todos (en secreto) nos gustaría que así fuera.
Tú serás la única persona que conseguirá realizar esos cambios drásticos tan necesarios, ya sean mentales, físicos, emocionales y espirituales.
La clave: adiestra tus emociones, no permitas que te afecten ¿Cómo? Son solo emociones, no tienen enfecto real y físico sobre ti, solo sobre tu mente. Escribe cada emoción que puedas y decide cómo permitirás que te afecte, negativa o positivamente.
Eres tú la pregunta y la respuesta, todo el tiempo.
Tienes que atravesar el dolor que te produzca lo que sea, por ti.
Porque estás aquí, sigues aquí.
De lo contrario no existirías.
Atribución imagen: Lien C. Lau.