Las personas, las marcas y las empresas que apuestan por principios o valores obtienen beneficios como resultados. Apostar y defender tus principios y creencias ayuda a crear confianza. Eso hace que la gestión de expectativas sea más simple. Además, supone un apoyo en la toma de decisiones que ocurre diariamente. Apostar y defender ideales hace que tu labor sea más digna e interesante, porque lo que haces ya no es un trabajo, es una misión, impactar. Por supuesto que hay un coste, claro, no puedes obtener nada por nada. Nada es gratis.
Es frustrante ver como políticos, profesionales del marketing, empresarios, estudiantes, profesores y funcionarios caen en la trampa de defender principios. Eso al mismo tiempo que intentan agradar a todo el mundo o conseguir cosas incoherentes entre sí.
Lo siento pero no puedes ser la tienda con el precio más alto y más bajo y con los productos de más y menos calidad al mismo tiempo.
Tampoco puedes ser el restaurante con la mayor variedad de productos ecológicos, mientras intentas ser la mejor cadena de fast food. Lo siento.
No puedes ser el hotel para todos los públicos.
Lo siento pero tampoco puedes ser el gerente ético y empático que permite que el fraude ocurra.
Es imposible que trabajes en algo que sea a la vez urgente, prioritario, importante e interesante.
No puedes ser un político que luche por impuestos mínimos para todo el mundo y servicios de gran calidad para todo el mundo.
Adivina qué, tampoco puedes ser esa persona equilibrada que trabaje de forma inteligente y eficiente todos los días. La cual esté disponible a cualquier hora. Esa persona ue hace lo que le dices y lidera iniciativas al mismo tiempo. No, no es posible ser todo.
Sobre defender tus principios
Para apostar por algo valioso, defender tus principios y tomar posición, es necesario que tomes decisiones poco cómodas. Principalmente esas decisiones que no tomas. No trabajamos en ese tipo de proyectos, no aceptamos ese tipo de propuestas, no trabajamos con gente como esa, no solucionamos problemas de ese tipo.
Es duro y complejo no apostar por algo, no defender tus principios, no comprometerse, salirte de tu negocio, perder un cliente, dejar escapar una gran oportunidad o no decirle a tus socios lo que quieren oír. Sin embargo, esos son los únicos momentos donde defender tus principios o apostar por tus ideales. De hecho, son las únicas veces donde las personas llegarán a creer que tú crees, apuestas y defiendes tus principios.
La historia no debe cambiar
Si tienes que cambiar tu historia porque tu audiencia es diferente, o porque apareces en los medios, eres popular o un gran inversor quiere comprarte, bueno, eso quiere decir que vas a destaparte a ti mismo. ¿Por qué? porque tu audiencia es desconocida, todo es público tarde o temprano, y si quieres crear algo que dure y sobresalga, necesitas defender tus principios hoy, mañana y todos los días.
Atribución imagen: KM Zero.