Los publicistas, profesionales del marketing, empresarios y marcas quieren compromiso y atención. Quieren el gran final, el cierre, la venta, el nuevo cliente. Compra ahora. El objetivo entonces es crear tensión, escalar la necesidad, amplificar el conflicto hasta que hay una acción llevada a cabo. Escalar hace que nos comprometamos a nuestra necesidad original, reenforzándola. Sí, pero… ¿qué sucede cuando hacemos lo opuesto? Me refiero a desescalar el marketing.
Pensar en conexión en lugar de poder. Pensar en abundancia en lugar de escasez. Pensar en humanidad en lugar de automatización. Empatía en lugar de egoísmo. Utilidad en lugar de anuncios. Si hacemos ese cambio, conseguiremos más atención de la que buscamos. La generosidad, integridad, pasión y atrevimiento hace que el mundo se gire y nos preste atención.
Clave: desescalar el marketing
Hablo de desescalar el conflicto. Es decir la disminución progresiva del peligro y la tensión resultantes de un marketing agresivo. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos?
¿Qué pasaría si intentáramos convertir el deseo de compra en fiebre de compra? ¿Qué pasaría si más tarde fuese tan bueno, o mejor, que ahora?
¿Qué pasaría si no agobiáramos con nuestras ofertas a nuestros compradores?
¿Qué pasaría si no publicaras cada día en tu página de Facebook?
¿Qué pasaría si retrocedieras y dieras espacio en lugar de atosigar tanto?
¿Qué pasaría si jugar el juego empezara por ser al menos tan importante como ganarlo?
Disminuir la tensión, desescalar el marketing, crea resonancia, no compromiso a elecciones previas. Intercambia la batalla a corto plazo por la relación a largo.
Tomar nuestro tiempo y permitir que entre aire y que salga calor podría ser la mejor forma de crear la relación que necesitamos para el largo plazo. Nos lleva a tomar mejores decisiones, disparar menos metralla y hacer el trabajo que sí importa, sin arrepentimientos.
Atribución imagen: Ayako Kawabe.