Justo después de terminar el experimento Haz lo que Odias, decidí aprovechar la inercia y realizar un pequeño, pero retador, test. Fue el de encontrar la forma de estar en el lugar más incómodo posible, incluso más allá, conseguir reiniciar mis rutinas, anular mis defensas y mis fortaleza mental ¿cómo? Forzándome a acostarme tarde y levantarme muy tarde, porque sabía que eso me desestabilizaría, y al hacerlo sería mucho más propenso a sentirme perturbado y ser susceptible ante cualquier situación cotidiana o persona con la que interactuara.
Así que en el espacio de tiempo entre que acabé el pasado experimento y empezaba el nuevo con el que ya estoy (diré de qué se trata dentro de 40 días), me lancé a por 7 días para desestabilizar mi rutina de alto rendimiento holístico, superhábitos, ultraproductividad.

El objetivo: estar en el lugar más incómodo posible.
El despertar
Estas fueron las franjas horarias en las que salí de la cama cada día:
- 11:30h el martes 24/02.
 - 12:30h el miércoles 25/02.
 - 12:50h el jueves 26/02.
 - 13:10h el viernes 27/02.
 - 12:50h el sábado 28/02.
 - 13:30h el domingo 29/02.
 - 14:10h el lunes 01/03.
 
El acostar
Aquí los horarios de apagar e ir a dormir:
- 02:20h el miércoles 25/02.
 - 02:15h el jueves 26/02.
 - 01:50h el viernes 27/02.
 - 02:10h el sábado 28/02.
 - 02:33h el domingo 29/02.
 - 01:44h el lunes 01/03.
 - 02:30h el martes 02/03.
 
Cómo manejar lo que no sabes manejar – más incertidumbre por favor
¿Qué pasó al cambiar una parte importante de mi estilo de vida? Pues que sentía que llegaba tarde, que no me daba tiempo, que ya iba por detrás, que estaba perdiendo. Era todo un sabotaje constante, sobre todo al principio. Aunque eso era lo que esperaba y quería que sucediese, porque solo si me sentía así podría evolucionar y vencer una situación que seguro un día se daría de forma fortuita.
Durante los primeros tres días no hubo manera de aclararme, hasta las sacudidas como esta se vieron afectadas, que las escribía la noche de antes, las tenía que hacer el mismo día que las publicaba, lo que hizo que dejara de publicar entre las 9-9:30h. Mi índice de ultraproductividad descendió por debajo del 20%. Perdí totalmente mi foco, cero claridad mental, emocionalmente aturdido, cero motivado.
Salir de la cama me parecía una tortura, despertaba casi estresado, había días que no hacía ni La Gran Mañana, principalmente por la presión que suponía ser ya las 14h o 15h, imagínate, hasta dejé de meditar el día dos y el tres. Estaba donde quería, desquiciado, desestabilizado, dominado por el tiempo, por las emociones, por mis pensamientos. Era de todo menos un estoico, era una marioneta fácilmente manejable. Mal humor, inseguridad, estrés, frustración, crispación, un espectáculo.
Para vencer, toca el fondo
Es entonces cuando decidí seguir, aumentar a más tardar la hora a la que iba a dormir, y la hora que me despertaba, o esto acababa con todo lo que había tardado una vida en construir, o acababa yo dominándolo. El fuego se combate con más llamas.
En efecto, empecé a tomar más consciencia, a aceptar la hora que despertaba y lo que pasaba, empecé a observar cómo mi mente me boicoteaba, la historia que me contaba para desesperarme. Cuando te conviertes en el observador nada te afecta, porque no va contigo, eres la tercera persona, entonces decidí no mirar el reloj, imaginar que eran las 6am y no las 14:40h. Relajé mi lista de tareas, corte el 80% de la comunicación externa que llevaba a diario.
Reentrena tus creencias y dales el miedo del que buscan huir
El gran problema era pensar en la hora y sentir que era “tarde” (una maldita etiqueta) y lo cambie por “son solo las 16h”, momento en el que empieza mi jornada laboral. Y a partir de ahí, fui reentrenándome en cada momento para renombrar ese tipo de categorías y creencias (limitantes) que nos bloquean y noquean.
- Cambiar “voy tarde” por “voy al ritmo que puedo ir”.
 - “No puedo con esto” con “ha aparecido en mi camino, interesante”.
 - “Me supera” por “qué buen reto para aprender”.
 - “No soy ultraproductivo” por “estoy en medio de algo que propulsará mi método”.
 
Y empecé a ganar el día como si me hubiera levantado a las 5am y me acostara a las 21h.
Cambia la historia y la historia cambiará
¿Qué sucedió? Que al cambiar la historia que te cuentas cambia la narrativa que vives, así de sencillo. Si tu cuento es un cuento fatal, adivina qué sucederá, ¿y si es un cuento mágico?
Otra de las ventajas fue poder enfrentarme a algo que odiaba hacer y repetirlo cada día por mucho que lo odiara, con la intención de volverme insensible a esa sensación, y adivina qué, así fue. La alta sobreexposición a estímulos abrumadores, llevada con consciencia, consistencia, perseverancia y autodisciplina, se convierte en un motor de crecimiento y desarrollo.
Busca estar en el lugar más incómodo posible
Ahora medio-domino el levantarme tarde y acostarme tarde como si despertara y fuera a dormir pronto. No hay diferencia, eso es.
Dije que era de todo menos un estoico. Todo lo contrario, en realidad estaba pasando por ello para poder vivirlo y entonces quitarle todo protagonismo.
Experimenta la incomodidad, exponte a la incertidumbre, pasar por lo que tengas que pasar, es la única forma de atravesarlo, campo a través.
Busca eso, estar en el lugar más incómodo posible.
Si tuvieras que hacer algo así ¿con qué probarías?
Extra: aquí un experimento sobre despertar a las 3am.
Actualización y Expansión – Año 2025
Estar en el lugar más incómodo posible – Informe expandido del experimento
1. ¿Qué ha pasado desde entonces?
Este experimento no solo sigue vivo: es una piedra angular de mi vida actual.
Cada retiro de oscuridad, cada ciclo de ayuno extremo, cada renuncia, cada viaje sin rumbo, cada silencio prolongado… son manifestaciones de una misma elección:
Ponerme, deliberadamente, en el lugar más incómodo posible para descubrir quién soy más allá de lo cómodo.
Este principio se ha integrado en La Gran Victoria, en los entrenamientos de Self-Mastery, en los programas de peak performance y en mi día a día.
Ya no lo veo como un experimento aislado, sino como una vía de liberación continua. Hoy, el lugar incómodo es mi dojo, mi catedral, mi verdad.
2. Definición actualizada del experimento
Estar en el lugar más incómodo posible significa exponerte, voluntariamente, al borde de lo que temes, evitas o no soportas, sin buscar escapar, arreglar o dominar.
No se trata de sufrir por sufrir, sino de atravesar lo que evita tu expansión.
No es masoquismo. Es alquimia interna.
3. Qué dice la ciencia sobre incomodidad, crecimiento y neuroplasticidad
• Neuroplasticidad y disonancia cognitiva
La incomodidad cognitiva es un disparador de aprendizaje. Cuando el cerebro entra en conflicto interno (disonancia), activa rutas nuevas para resolverlo. Esto genera reestructuración sináptica (Festinger, 1957; Neuroscience of Learning, 2015).
• Zona de incomodidad = zona de neuroadaptación
Según Andrew Huberman (Stanford Neuroscience), exponerte deliberadamente a situaciones incómodas (frío, incertidumbre, fracaso, vulnerabilidad) activa neuroquímicos como la noradrenalina y dopamina, creando las condiciones óptimas para desarrollo y resiliencia.
• Incomodidad física y estoicismo emocional
Practicar el «incomodarse a propósito» fortalece el córtex prefrontal, reduciendo la reactividad emocional y ampliando la tolerancia al estrés (Kelly McGonigal, The Upside of Stress, 2016).
• Estudios recientes sobre resiliencia voluntaria
Investigaciones del Center for Resilience & Adaptation (U. Colorado) confirman que la exposición deliberada a la incomodidad genera una mayor percepción de agencia interna, claridad de propósito y confianza existencial.
4. Qué he aprendido de vivir incómodo, por dentro y por fuera
- Que lo incómodo no te destruye. Te revela.
 - Que cada vez que me niego a huir, algo en mí despierta.
 - Que incomodidad no es sinónimo de sufrimiento, sino de expansión.
 - Que las mejores versiones de mí han emergido tras elegir quedarme justo donde todo dentro de mí quería escapar.
 - Que la incomodidad sostenida es entrenamiento de presencia real.
 
5. Ejemplos actuales donde aplico este principio
- Retiros de oscuridad de 4 días, sin luz, sin estímulo, sin reloj.
 - Ciclos de no-comunicación (como el experimento de 4.000 palabras).
 - Situaciones incómodas en relaciones personales donde elijo no cerrar, no protegerme, no atacar.
 - Hacer lo contrario a lo que mi ego quiere.
 - Aceptar no saber.
 - Dormir en el suelo. Comer solo una vez. Vivir sin tener nada definido.
 - Renunciar a tener razón.
 
6. Cómo aplicar hoy este experimento (nivel por nivel)
Nivel 1 – Diario
- Haz algo incómodo cada día: frío, silencio, decir lo que evitas, pedir perdón, no explicar, no justificar, hacer sin querer.
 
Nivel 2 – Semanal
- Diseña un espacio de incomodidad voluntaria: ayuno de dopamina, duchas frías, incomodidad social o silencio.
 
Nivel 3 – Trimestral
- Vive una experiencia que te lleve al borde de ti: retiro, desafío físico extremo, confrontación emocional, dejar algo que crees necesitar.
 
Nivel 4 – Existencial
- Vive un año incómodo.
 - Deja ir lo que más te define.
 - Elige una meta que te incomode tanto como te excite.
 - Ríndete al no saber.
 
7. Cruce de datos: lo que vi antes vs. lo que veo ahora
| Dimensión | 2020 (inicio) | 2025 (actualidad) | 
|---|---|---|
| Comprensión | Incomodidad como herramienta de fortaleza | Incomodidad como puerta al Ser | 
| Aplicación | Experimentos puntuales | Estilo de vida, método | 
| Objetivo | Fortalecer resiliencia | Desidentificarme y habitar la verdad | 
| Relación con el ego | Lucha, reto | Observación, disolución | 
| Resultado | Tensión útil | Presencia radical | 
8. Reflexión final
Estar en el lugar más incómodo posible es un acto de coraje espiritual. Es decirle a la vida: “muéstrame lo que no quiero ver… y me quedaré aquí, sin huir.”
Ese lugar donde tiemblas, callas, dudas, lloras o ardes… ahí es donde la transformación ocurre.
El lugar incómodo no es el final. Es el umbral. Ahí donde empieza la libertad que no depende de nada.
9. Frase-código de integración
“Me quedaré donde todo tiembla… hasta que solo quede lo que es real.”
Atribución imagen: Guedo.
								
				


