Cuando la enfermedad es tu maestro

El sábado empecé a enfermar justo a mi salida del Templo Shaolin Europa, primero mucosidad, luego sudores, fiebre. Estuve despierto toda esa noche. Intentaba respirar en la cama, apenas podía, tenía que utilizar la boca para hacerlo. No dormí en toda la noche. Elegí mantener tranquilidad de mente, impasible ante los menesteres del destino.

Llegó el domingo, parecía que la desgracia estaba tocando a mi puerta. Entonces, al despertar, en un estado que se podría categorizar como impedido o desfavorable, decidí que sería un gran día para hacer ayuno completo bebiendo solo agua. Estaba congestionado con una fuerte tos. Descartamos COVID por las pruebas, bajo mi mando estaba poder disfrutar del sol, escribir, meditar, hacer Tai Chi, y trabajar durante casi todo el día, a pesar de no estar al máximo como de costumbre, no sentía ninguna restricción o impedimento, así que hice lo que mi verdad dictó. Estuve reunido con mi gran amigo Salva Fernández, quien se «alegró» de verme distinto a otras ocasiones, «pocho», aturdido o algo agitado incluso. Este hecho me pareció un gran maestro.

«Las verdaderas batallas se libran en el interior»

Sócrates.

Solo somos humanos

El lunes desperté a las 9:20h, después de 8 horas de sueño más o menos decente. Al meditar apareció una sensación muy grotesca que muchos catalogamos como una jaqueca. A pesar de eso, mantuve mi mirada fija en la llama mientras permanecía en Zazen durante 35 minutos. Continué con las respiraciones. La sensación del dolor era más fuerte (seguía en ayuno por casi 35 horas), tomé algunos superalimentos y pasé a escribir, «vomitar pensamientos«, mucho de lo que iba apareciendo era sobre la humanidad de la enfermedad.

Estar enfermo es un proceso natural de la vida, lejos de una ventaja, puede verse como una ventaja para poder divisar tu vida desde otra perspectiva. Cómo pensamos, actuamos, nos comportamos, sentimos, nos relacionamos, reaccionamos… Y la verdad es que cuando estamos en este estado de fragilidad máxima, somos humanos de verdad, es la enfermedad de la humanidad.

la enfermedad humana y su belleza- estoicismo moderno

En la enfermedad solemos actuar de forma sabia, nos retiramos en nosotros mismos, y/o en alguien de confianza que nos cuide. Nos rendimos y nos abandonamos a la amabilidad y compasión de otra persona, incluso nos dejamos llevar por nuestro propio proceso. Bajamos los brazos y aceptamos la vida tal y como es. La enfermedad como la muerte es bella, porque nos devuelve a la frugalidad y hasta fatalidad humana que parecemos rechazar sin cesar, sin la necesidad de considerar esto como algo miserable.

La adversidad es el maestro

Solo cuando estoy enfermo es cuando puedo demostrar cuán fuerte puedo ser antes los devenires de la fortuna. Epicteto decía que «te conviertes en aquello a lo que prestas atención», si digo, «estoy enfermo, qué desgraciado, pobrecito de mí», pues adivina en lo que se convierte este proceso impermanente, en sufrimiento. En cambio, si digo, «estoy enfermo, qué gran oportunidad para probar mi magnanimidad, mi virtud, mi autocontrol y mi capacidad de rendición», entonces la adversidad se convierte en un gran maestro.

Hoy es un día en el que me siento más como cualquier ser humano, estoy observando con curiosidad este condicionamiento fuera de mi control, fuera de lo normal en mi vida.

«Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto, y encontrarás la fuerza»

Marco Aurelio.

Es la primera vez que enfermo así en años, celebro que así haya sido. Primero para darle algo de entrenamiento a mi sistema inmunológico. Segundo para no alejarme de lo mundano. Tercero para separar con nitidez lo que puedo controlar de lo que no. Cuarto para no reaccionar de forma irracional ante algo tan manipulador como lo puede ser una enfermedad, la cual origina el sufrimiento en el dolor inmediato. Quinto porque ayuda a evitar superficialidades para directamente hacerte lidiar con las necesidades básicas e instintos primitivos. Y sexto para poder saborear la incomodidad.

La virtud es una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto

Aristóteles.

Aprender a enfermar es necesario, ya que según envejecemos estaremos más dispuestos ante este signo de bella decadencia humana, un signo de que la muerte es solo evidente, un signo de que de verdad estamos vivos. La enfermedad es solo algo más que aceptar cómo venga, sea la enfermedad humana que Tique decida lanzarnos.

Despreciar los reveses de la vida y no prestar demasiada atención a los regalos fortuitos es el entrenamiento del maestro de la vida, de la persona imperturbable. No hay dolor cuando no lo etiquetas como tal.

Y eso es, justo lo que más humano y vulgar te hace, lo que más indestructible te vuelve. Contrastes.

Veamos si hoy hay algo nuevo para mí a parte de la humanidad de la enfermedad.

* Atribución imagen: Leslie Parker.

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