[Escribe Isra, edita y publica el equipo IG] – Un año nuevo significan tres palabras nuevas, las tres palabras que nos sirvan como guía y faro en este año que se abre paso ante nosotros como la luz de media mañana que se deja entrever por los agujeros de las persianas. Llevo unas semanas pensando en mis tres palabras para 2022, y las primeras que vinieron fueron las mismas que en 2021. Vaya, nunca he vivido un año donde las palabras resonaran tanto siendo tan fieles a lo acontecido. Aunque también apareció silencio interior, también quietud, estuve ante un buen ejercicio de filtrar y destilar a ver que salía entonces.
Primero, tres conceptos para 2022
Este año voy a probar un ejercicio diferente. Voy a prototipar la práctica de las tres palabras y voy a añadir tres conceptos en los que voy a enfocar mis energías, estos tres conceptos son:
- Shikantaza – iluminación silenciosa, solo sentarse.
- Mushotoku – sin provecho, sin meta, sin objeto, sin objetivo.
- Hishyrio – pensar desde el fondo de no pensar.
Estos tres conceptos, los tres provenientes del Zen, van a ser algo así como una brújula holística. También porque quiero darle mucha relevancia al estudio y práctica del zazen – así como de las artes Shaolin y el Tai Chi por otro lado.
Son conceptos que aplican para la vida en general. Shikantaza: dejar que el silencio haga el trabajo en tu interior y en el exterior. Mushotoku: abandonar hasta el deseo de abandonar, solo estar aquí y ahora, solo ser aquí y ahora, encontrar todo lo que se busca y se desea, porque ya está aquí y ahora. Hishyrio: simplemente estar en armonía con el pensamiento, con el narrador, con lo que sucede, salir de las categorías (sigo experimentando en este concepto)
Siguiente, las tres palabras para 2022
Ahora vamos con las tres palabras para 2022… Este año ha sido el menos claro de todos hasta la fecha para elegirlas, no ha fluido tan naturalmente como el resto de años. Te confieso de que estoy alegre que así haya sido, lo cual me da la señal que las palabras de foco no importan tanto. Sin embargo, he hecho el ejercicio igualmente y esto es lo que ha salido:
- Generosidad: tengo tiempo, tengo vida, tengo energía, tengo recursos, no ilimitados, pero sí lo suficiente como para seguir prosperando y para apoyar a quien encuentre en el camino para que también prospere. Abrazar la abundancia absoluta para mí es darme al mundo tanto sin esperar que el mundo sé de a mí. Sé que tengo tanto que agradecer. Soy tan rico. Considero que disfruto de tantos privilegios y de tantos regalos que se presentan ante mí casi a cada momento, que solo puedo sentirme afortunado de tener tanto de todo lo que importa: puedo respirar, ver, tocar, escuchar, percibir, tengo la capacidad de moverme y emocionarme. Además, tengo salud, una gran energía vital, consciencia, claridad, algo de intelecto. Hago el trabajo emocional. Tengo la fortuna de contar con más de 50 amigos que darían media vida por mí, una grandiosa familia y la experiencia de haber vivido 39 años como si fueran 113. Y por si fuera poco, todavía me queda tiempo, capacidad para decidir, elegir, razonar, accionar y amar. El universo, el mundo, cualquier persona o ser, es generoso conmigo, lo han sido siempre. Este año, vivo en una abundancia humana más allá de lo material, veo abundancia en mí y en otros y lo voy a aprovechar para maximizar mi impacto y el tuyo.
- Maestría: dedicar mi vida a trabajar en la maestría de vivir. Dedicarme en cuerpo y alma al arte de ser mi propio maestro (aprendiz perpetuo de cinturón blanco, hasta más allá de dejar este mundo). Hablo de practicar el arte de darme cuenta de las cosas (pequeñas sobre todo), el arte de ir más allá de las palabras, el arte del zen, el arte del estoicismo, la artesanía del Alto Rendimiento Holístico y la Ultraproductividad. Todo eso no podría ocurrir en ningún momento que no sea este. La maestría de vivir se resume aquí y ahora, como decía el maestro Dokushô Villalba: «disolver el gran despertar entre las acciones cotidianas», voy a aceptar, abrazar y ser la maestría que el entrenamiento y la autodisciplina como el propio fin me ofrecen a cada instante.
- Centro: no como algo que alcanzar, no como algo que perseguir, «Mushotoku» (sin meta, sin provecho, sin objetivo/objeto). «Yo» soy el centro, cualquier cosa es el centro. Imposible estar en riesgo aunque me sienta inseguro. Imposible salirme del camino aunque me crea fuera de él. Improbable estar desalineado de mi centro incluso aunque lo haya perdido de vista. Todo lo es, el centro es todo lo que veo y no, lo que percibo y no, lo que sé y lo que no. Ser uno pero jugar con la dualidad en la que vivimos, incluso estar a gusto con la idea de que podría ser una ilusión, un engaño y seguir alineado y conectado a mi centro y ser guiado únicamente desde este lugar. Entrenar para que todo se convierta en mi centro, lo cual ya es, pero aprender a darme cuenta de que es así.
Las dos palabras (de soporte) para las tres palabras
Añado dos palabras más de soporte – que algo en mi interior me dices que son las verdaderas palabras:
- Soltar: todo lo que pueda el máximo que sepa, soltar mi vida, expectativas, planes, compromisos, identidad, mecanismos de validación, aprobación o reconocimiento.
- Silencio/Quietud: de espíritu, de cuerpo, de mente, de emociones, vivir en quietud, el arte de no hacer, una palabra que evoluciona del «Wu Wei» del año pasado (adjunta a «Qi»)
Vuelvo a hackear esto de las tres palabras, o a lo mejor no tanto. Es cierto que cada año que pasa, ya están incorporadas las palabras antiguas, al menos así lo concibo, pero en parte, también las dejas marchar como enfoque principal. Sin embargo, las tres palabras del 2021 fueron tan acertadas, tan poderosas, tan trascendentales y tienen un recorrido tan largo, que las llevo conmigo también en este 2022.
Sumando las tres palabras del año anterior
Así que con el permiso de romper mis propias reglas, me sigo quedando con las 3/4 palabras de 2021, todavía son realmente necesarias e idóneas
Virtud – responder a la virtud que significa estar vivo, obrar desde lo correcto, desde el centro, seguir la virtud, que en sí se basta a sí misma. La virtud representa poner en juego a cada paso la integridad, la sabiduría innata, la dignidad, la honestidad y la templanza.
Qi – seguir el camino de la energía vital, aprender a cultivarla, moverla y utilizarla para la vida cotidiana.
Zen – profundizar más en la vía de en medio, practicar y vivir el zen como si de un monje laico se tratase.
La gran palabra para 2022
Y para terminar voy a añadir otra forma más de saltar las reglas de las tres palabras, y si no pudiera, lo sustituiría todo por la siguiente palabra:
Descanso (desde la no acción): he desarrollado este escrito a ratos. Hoy, antes de escribir la última parte lo vi claro… Mi maestro interior me dio la clave y el cierre: «Isra, descansa, deja de hacer, tienes dos opciones, primera, seguir inventando cosas que hacer (distracciones) para mantenerte ocupado y retrasar así lo que tarde o temprano ocurrirá, o ir por la vía rápida cortando con todo lo que tú sabes que no es necesario (como por ejemplo este post, con total honestidad). Sea como sea, es el camino, así que el que elijas será el acertado, los dos llevan al mismo sitio».
Fue fascinante como esa voz en mi interior me habló. Lo hizo finalizando con lo siguiente: «no necesitas más, necesitas menos, menos hablar, menos escribir, menos hacer, menos intentar, menos ser, menos estar, solo no necesitas nada, no lo necesitas», qué bonito mensaje, sin embargo, aquí estoy justo confirmando este mensaje y al mismo tiempo contradiciéndolo.
Pues en esto quedarían mis tres palabras de 2022. Me quedo con nada y me lo llevo todo y de todo priorizo lo último, una sola palabra, «descanso».
Un comentario
Simplemente excelente! Te felicito por esta maravillosa publicación. Saludos